martes, 29 de septiembre de 2009

Carlos Figueroa- Santiago del Estero, Argentina/Septiembre de 2009




CONFIDENCIAS AL ATARDECER


Nacer en Buenos Aires un día de febrero, como de paso. Ese era mi destino. Luego, este andar de caminos sin quedar en ninguna parte, hasta que un día me aquietó la responsabilidad del trabajo, el afán por tener las vanas cosas que habrán de sobrevivirme.
Aquí estoy en Santiago, viviendo mi destino de habitar la pequeña ciudad, lineal, sin diagonales ni atajos, y yo que admiraba tanto aquellas antiguas ciudades europeas llenas de secretos, de historias y romances a orillas del mar o de majestuosos lagos.
Aquí estoy ahora construyendo con palabras ese mundo que perdí, recobrando la memoria de todo lo que quedó en la distancia, llenando de voces nuevas a viejas figuras que sólo la nostalgia conserva inalterables.
Aquí estoy repitiéndome en los días que pasan raudamente, como un libro que se relee, como una senda que se vuelve a recorrer, ganándome los años a mi perfil de ocaso, acortando la distancia que el Señor con su sabiduría me ha fijado.
Nadie sabe si otro destino hubiera sido mejor para esta historia que me ha tocado vivir, sólo me queda aceptarlo con una sonrisa que se pierde como un enigma en la tarde.
Después de lo transitado, aprendí que se debe vivir cada día, como si fuera el último: “carpe diem”, como lo decía María, una gran amiga que se nos adelantó en el viaje.
Vayan estas líneas a manera de catarsis, de alivio a las penas que a veces nos embarga en una tarde de frío, cuando sin saber porqué acude una lágrima furtiva, mientras de fondo se escucha la melodiosa música de un tango.


http://www.tardesamarillas.blogspot.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eduardo: creo que el camino de cada uno, puede ser muy diverso, pero en esa diversidad está el puerto al que debemos llegar.Un abrazo, Laura Beatriz Chiesa.