miércoles, 13 de enero de 2010

Carmen Amaralis Vega Olivencia-Puerto Rico/Enero de 2010


Nadar en la eternidad



Salté en caída libre y me hundí hasta lo más profundo. Fui bajando, bajando, bajando. Ya no tenía más aire en los pulmones y la presión del agua me hacía reconocer que perdía el sentido. Dejé de bajar y la fuerza boyante sumada a mi grito mental me devolvieron a la superficie. El agua me llamaba con fuerza, siempre lo hace, debo haber sido pez en otra vida. Yo puedo, pensé, y antes que la razón me contradijera, di el salto desde el puente del deseo.

Ya a flote reconocí la distancia hasta la orilla, y nuevamente pensé que podría nadar hasta la arena dormida. A mitad de trayecto los brazos me dolían, las piernas se debilitaron y un calambre egoísta disparaba corriente en todas las direcciones de mi cuerpo. Supe que era imposible llegar a la orilla, y fue entonces que invoqué a los dioses del mar y no me escucharon, clamé a mi ángel de la guarda y se rió de mi osadía.

-Nunca has sabido medir las consecuencias de tus actos.

Fue el reclamo del ángel, mientras yo sucumbía a lo que más se puede parecer al pánico. Pero no, yo no me puedo morir ahora, aún me quedan lecturas por hacer, besos en la boca, y necesito sembrar la semilla de mango que espera su punto exacto sobre la mesa del jardín.

El sol me nublaba la vista y la sal ardía como arde en una herida abierta, y yo ahí, revoloteando como pájaro herido, como loba en parto, o ninfa sin amor.

No puedo morir, me repetía con la poca fuerza que me quedaba. Y no pude. Simplemente me crecí aletas de tiburón, escamas de sirena y ojos de delfín, y con mi traje más azul, soplé la imaginación, las olas crecieron hasta que una avalancha de deseos vivos me trajo a la orilla.

Ahora sé que puedo nadar eternamente.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Graciela, mil gracias, como siempre ,has hecho una labor digna de admiración, y el contenido excelente. Gracias por darme la oportunidad de ser parte de tu proyecto y amor por la palabra escrita, amiga, Carmen Amaralis

www.carmen-amaralis.com

Anónimo dijo...

Delicioso este relato que va más allá de lo que dice en sí mismo.
Felicitaciones.
Lina

Anónimo dijo...

Felicitaciones, extraodinarias lineas que nos llevan por pasajes de la lucha con la muerte, a entender el deseo de vivir, la necesidad de ir al fondo del oceano para conocer lo mas profundo que en ella se oculta, conocer la resistencia de los pulmones, al salir secar su cuerpo como pajaros, el resurgimiento de la mitologia y el deseo de lo eterno, el maravillosos mundo de la navegacion en donde el cuerpo se mueve como sirena, ser marino divino que nos lleva al pasado al encuentro del reto, ¿odisea?, maravilloso mundo encantado y el sonido del mar golpeando las rocas, el sacudir de las alas y saborear con entusiasmo el rico aroma de la muerte y de la vida, sensacion sobrenatural donde el ser humano cruza el limite entre la vida y la muerte cayendo en un sueño profundo que nos lleva a estadios donde existen otros seres y el sentir sensaciones de temor, desesperacion, tristeza, encanto, un mundo hermoso donde experimentamos lo magico y sublime una transicion entre la vida y la muerte, la lucha y el desafio, la soledad y el conseguirse en un lugar lleno de Dioses mitologicos y acariciamos el aire para llenar los pulmones y celebrar la vida.

Silvia Loustau dijo...

Un realto en que uno se siente cómplice de lo que ocurre y un final bello. Mis felicitaciones,

Silvia Loustau

Anónimo dijo...

Indudablemente que de los relatos aprendemos, es una filosofia practica, sencilla y econocmica.

Me gusto visitar el lugar, fue agradabel.

Anónimo dijo...

Hola Carmen!!! Hermosa tu prosa poética, siempre esa sensualidad que le da tu aroma personal y delicado.


Te cuento que hace unos días he bailado tango con un portorriqueño,turista por cierto y bailaba muy bien!!!!


Un abrazo Carmen, delicioso tu texto.
Jóse