domingo, 14 de marzo de 2010

Nélida Vschebor-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2010


RECELO



    Las sombras se esparcían alrededor. Lo envolvían. Se arrebujó en el sobretodo. El frío de otoño se había instalado en la copa de los árboles y perseguía su sombra. Siguió caminando casi sin ver.  Tenía que llegar. Constatar.
    Duda, zozobra, desazón, entumecían su ser. Repasó mentalmente qué diría, qué actitud habría de tomar. Aún resonaban en sus oídos las palabras escuchadas al pasar.

    Nunca la bebida resultó tan amarga como ese día en el bar junto a sus amigos. El nombre de Lucía, su Lucía, regodeó los labios de unos parroquianos. Hablaron de infidelidad, rieron  a su costa. No lo vieron.
  
     El salió en silencio camino a su hogar.
    Los latidos acompañaban sus pasos. Y se encontró  ante la puerta blanca con dintel dorado. Entonces dudó. ¿Y si todo  era una falacia? Cómo encararlo?
        ¿Y si fuese verdad?
Sintió la llave en su bolsillo.
      Respiró hondo y tocó el timbre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nélida, muy bueno el cuento, con ese final en suspenso, que puede llenar el lector como mejor le parezca, o quedarse con la intriga, que puede ser feliz o trágico...
Sin exceso de detalles, la historia corre por nuestra mente, y le ponemos rostro y sonido y sentimiento...
Un abrazo enorme
Celina

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Nélida: un relato fiel de una enfermedad que padecen muchos y que, como el relato, no se sabe cómo y dónde termina. Un abrazo,

Noemi Weisenberg dijo...

Me encanto el cuento ya que te deja en suspenso con la interpretacion libre de lo que vaya a suceder abierta para cada uno.
Un beso
Noemi