lunes, 19 de julio de 2010

Alicia Berruti-Loma Negra, Provincia de Buenos Aires, Argentina/Julio de 2010


EL TIEMPO DE ANA

Esta mujer se llama Ana y está frente a un enorme árbol que le dice en la cara que ya han pasado setenta años desde entonces, cuando en ese mismo patio de su casa jugaba a la rayuela con sus amigos imaginarios.
Todavía no, pero dentro de un rato unos zapatos tirados en un rincón del pequeño galpón le recordarán cuando corría descalza por la casa; jugaba a las escondidas con los sueños; casi nunca los podía encontrar... aprendió que los sueños saben esconderse y que el tiempo pasa muy deprisa. Ahora Ana está mirando una taza de café que ya nadie usa (su mirada bordea la melancólica frontera de la contemplación, a pesar de la corta distancia); después se mira las manos tratando de comprender por qué las paredes de la cocina están repletas de garabatos.
A través de la ventana, deja que sus ojos vuelvan al patio y dice (lo dice o lo piensa; no se escucha bien en el contexto de la memoria destartalada).
-El árbol casi llega al piso del cielo y mi tortuga ya no está...
En un espejo de otros tiempos la casa habitada de silencios se peina; también lo hacía cuando Ana le daba de comer a su tortuga o se hamacaba en el jardín de la casa.
Sus pensamientos resuenan como implorándole al tiempo más tiempo, pero éste ni caso que le hace y afuera el atardecer se pone encima de los hombros sus tonos más oscuros.

6 comentarios:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Alicia: al tiempo, lo único que se le hace posible es..."poner, encima de los hombros, sus tonos más oscuros". Así justifica su paso por nuestras vidas. Un abrazo,

Anónimo dijo...

Hermoso este relato Alicia, en el recuerdo tan nostálgico, el transcurrir de una vida.

Besitosss Josefina

Viviana miquelarena dijo...

Ali, es el paso de la vida que nos llena de recuerdos y nostalgias. Qué bien detallado en este relato!!!.Un besote

Unknown dijo...

Muchas gracias por sus comentarios!!
un beso
Alicia

Anónimo dijo...

Que hermosa manera de contar los recuerdos. Me encontre frente a ese árbol "jugando a las escondidas con los sueños".
Me encanto, Ali, abrazo grande.

Cecilia Pérez

Anónimo dijo...

Tato: todo el relato una perfectura, pero su final nos muestra un vuelo inusitado: felicitaciones y a seguir escribiendo, mi buena y dulce talentosa y donosa :O)

Te abrazo...

Juanca Vecchi.