martes, 16 de noviembre de 2010

Loreto Silva-Santiago, Chile/Noviembre de 2010

La Hora del Cuento y SALAC, Sociedad Argentina de Letras Artes y Ciencias, informa el resultado del V Concurso Nacional de Narrativa –Cuento Corto- y V Certamen Nacional de Sonetistas “Bialet Massé” 2010. Cordoba, Argentina.


V Concurso Nacional de Narrativa –Cuento Corto

Segundo Premio

Por la obra: Reencuentro
Autor:  Loreto Silva

 Reencuentro                                                                                       

Nuestra infancia se inició en una antigua casa compartida por dos familias amigas, recuerdo con tanta claridad la puerta de entrada, aunque añosa relucía por su barniz cuidado y la manija brillaba debido al constante pulido, era un hogar hermoso desde la misma entrada. Cuando estábamos en casa riéndote huías de mí, me tentabas a perseguirte casi siempre desnudos, nos acostumbramos a jugar así desde pequeños, hasta que aparecía alguna de nuestras madres y nos vestían refunfuñando. Siendo el calor agobiante salíamos al patio a mojarnos con la manguera del jardín, tus largos cabellos húmedos te cubrían. Encantado, olía tu perfume natural que se dispersaba cuando sacudías tu cabellera renegrida.

Ya más crecidos el encanto de tu voz me atrapaba y te perseguía por la casa hasta terminar mojados en el patio. Insuperable el agrado de ese calorcillo íntimo que nos conectaba como si fuésemos un único ser, era innecesario tocarte siendo preludio suficiente tu presencia para que mi piel se erizase y mi cuerpo vibrara al mismo ritmo que él tuyo. Presentí sentimientos similares en ti cuando el rubor pintado en tu rostro me otorgó una respuesta muda.

Tanta apetencia no se bastó con distancias y a poco de cumplir los dieciséis años los recodos de nuestros cuerpos nos eran conocidos. Ya adultos y casados, solos en la casona, retomamos la costumbre de perseguir tú risa corriendo sin ropas, deleitándonos con los placeres del deseo y la consumación de nuestro amor.

Ese día que nos despedimos tú me lo dijiste: “esto no es un adiós es un hasta pronto” y luego te oí reír como antaño. Invadido por la tristeza de tu abandono, el dolor se instaló en mí, de ahí en adelante debí seguir solo. Invariables, todas las noches mis sueños se volcaban hacia ti, añorando tu voz irrumpía la mañana.

Caminé más lento que lo acostumbrado; mi mano  temblorosa apretaba el bastón, parado enfrente a la antigua puerta cerrada ahora pude ver la herrumbre del tomador. Su cubierta de telarañas delataba mi larga ausencia, no obstante, mis palpitaciones iban cada vez más aprisa, ya percibía esa risa tuya, alegre, grácil, evocadora de nuestro ayer.

Fue repentino, desprevenido, sentí una estocada en el pecho, duró un solo instante; y mi mano firme abrió la manilla brillante de la puerta reluciente, entré a la casa, tu fragancia y tu voz plena de alegres risas la inundaban por doquier, me quité con rapidez la ropa, eso hizo que mi piel se erizase y mi cuerpo vibrara; y corrí, corrí tras de ti.



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