domingo, 24 de abril de 2011

Trinidad Aparicio- España/Abril de 2011

La lección de mi tío


Mi tío, un mozalbete de 13 años, ya tenía en aquel entonces aspiraciones de “señoriíto”.
 No le gustaba la vida de pueblo ni mucho menos el trabajo de labriego. Quería estudiar; y para su desazón,  pocas posibilidades de estudiar le ofrecía aquel pequeño pueblo valenciano. Contra la voluntad de mis abuelos, pero supongo que con la aprobación de mis padres, que desde hacía varios años vivían ya en Barcelona; hizo su escaso equipaje y se vino a vivir con ellos. O quizás, estaría mejor decir se vino a vivir “con nosotros” porque yo, ya en aquel entonces era una preciosa niña que sabía decir “papá y mamá”. Tío y sobrina, íbamos creciendo los dos al ritmo del almanaque: él iba dejando atrás su acento pueblerino y convirtiéndose en un “dandi” de capital, y yo dejé de ser “bebe”, para convertirme en una niña pelirroja de largas trenzas. El tío era mi príncipe valiente, para él, era yo, su mascota preferida.  Año tras año, un almanaque nuevo llegaba tras las fiestas de fin de año. Mi tío terminó sus estudios y yo comencé el ciclo primario. Sin desmerecer  mi capacidad de aprendizaje, en el colegio poca atención prestaba yo en clase, total el tío ya me ayudaría con las tareas. Y me ayudaba, y me preguntaba: ¿entiendes? ¡Sí, sí! Respondía yo. Y todos los días  antes de entrar a la escuela mis compañeras copiaban la tarea de mi cuaderno. Una vez corregidos, en todos los cuadernos sin excepción, destacaba en rojo la misma nota. ¡Muy bien!   Se supone que la maestra al ver que tan bien les iba a sus alumnas debería considerarse una excelente pedagoga. Hasta que un buen día, mi tío ayudándome en las tareas repitió la pregunta acostumbrada: “¿Entiendes?” “¡Si, si!” Decía yo mirando de reojo el número de mis cromos. Al día siguiente, sin excepción, la nota de todos los cuadernos fue un fabuloso... ¡¡¡Muy Mal!!!    
Avergonzada aprendí la lección.

Mirado a la distancia, no debo dejar de reconocer cuan rica  he sido  en afectos.
                                                                                                                                                                             

2 comentarios:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Trinidad, perdón por la tardanza. Qué lindo relato. Tiene una picardía implícita que fue descubierta. Felicitaciones, tu amiga,

Anónimo dijo...

Hola Trini!! tan bien contado

este relato, que lindos recuerdos

tienes Trini, y este es de los

tiernos y pícaros.

Un abrazo, cariños Jóse