viernes, 24 de junio de 2011

Nélida Vschebor-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2011

EN EL ZOOLÓGICO


    Las sombras moldeaban su entorno. Sólo distinguía los sonidos que lo rodeaban, eran sus antenas al mundo.
    Escuchó risas de unos niños  y sonrió cómplice.
-Mirá, es un becerro
-No,   es un guanaco
    Jorge no podía verlos, su ceguera era absoluta. Se acercó a la verja que lo separaba de los animales. Sintió una mole junto a la baranda y extendió la mano, acariciando el pelaje de la bestia que se oponía a él. Como si el animal lo intuyera quedó quieto mientras el niño lo rozaba.
-Es una oveja, comentó en voz alta
    Los pequeños lo miraron azorados.
-¿Cómo sabés, si no podes verlo ?
-Para eso tengo las manos y los oídos , ¿oyen ese trino? Es un zorzal que está sobre el árbol ¿ lo ven?
    Así pasaron juntos la tarde. El día llegaba a su fin. Los jovencitos se alejaron cada uno acompañado pero por distintos caminos.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Nélida;
Cómo no vas a tener sensibilidad para ponerle una ilustración a cada trabajo, si te sobra dulzura para escribir lo del niño ciego.
Un beso grande.
Luis Tulio Siburu

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Nélida, muy bello cuento, breve pero con una gran carga afectiva. Mi cariño,

Anónimo dijo...

Un relato muy tierno Nelly

Besosss Jóse

Anónimo dijo...

Agradezco de corazón los comentarios.
Luis,me siento feliz que mis láminas sepan interpretar el sentir del escritor.
Cariños
Nélida Vschebor