martes, 23 de agosto de 2011

Rogelio Guedea-Mexicano, reside en Nueva Zelanda/Agosto de 2011

El café de la mañana

Algunos debates con mi mujer me han dejado exhausto. El último tuvo que ver con el asunto del café. Ella me pidió que dejara de tomar café, que eso me alteraba visiblemente los nervios, y lleva razón. Pero yo le dije que sin café la vida no me sabía sino a una galleta rancia. Entonces me dijo que podíamos comprar café descafeinado. Le dije que sí, que era una buena idea. A la mañana siguiente me sirvió un café descafeinado. Lo probé y lo consabido: una galleta rancia. Se lo dije. Me contestó: sabe igual que el otro. Le aseguré que no. Estuvimos discutiendo. Dejé incluso de desayunar, enfurecido. Desde el baño le grité: que no sabe igual, te digo. Y ella, desde la cocina: que sí. Y yo: que no. Y ella: que sí. Pasaron unos días en los que tomé té. Té de manzanilla. Pero la vida me sabía peor de rancia. Entonces comenzamos otra alegata en la cocina, que luego siguió en el comedor y terminó en la sala. Me dijo al terminar: te voy a dar un café y me dices si es descafeinado o no. Si lo distingues, entonces te tomas tu café normal y listo. Allá tú. Le dije que sí. A la mañana siguiente me sirvió mi café y lo probé. Le dije: esto está buenísimo. Es cafeinado, ¿cierto? Mi mujer se me quedó mirando: no, me dijo. Es descafeinado. No puede ser, le dije. Claro que puede ser, yo misma lo preparé. Mi mujer se enfureció. Me dijo, tú tomarás el café que te dé y listo. Le dije que tenía que decirme si era descafeinado o cafeinado porque de eso dependía la cantidad que tomara. A la siguiente mañana, me dijo que era cafeinado y me lo tomé en una taza alternativa, pequeña, muy modesta. Le dije que no había como el café cafeinado, aunque en pocas cantidades. Esto se lo dije en la noche, mientras veíamos una película de Jack Nicolson. Mi mujer se sonrió y movió la cabeza de un lado a otro. Quise corroborarlo: ¿o era descafeinado? No lo hice. Continué viendo la película, como si en realidad estuviera viendo un desfile de imágenes pasar amontonadas, todas, hacia ninguna parte.

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