lunes, 19 de marzo de 2012

Daniel De Culla-Burgos, España/Marzo de 2012


POE AMONTILLADO

            Aburrido con su paraíso de drogas, alcohol y lujuria, el extraordinario Edgar Allan Poe nos deslumbra con sus puntos de apoyo. El punto de apoyo que tiene en sus sentidos, el apoyo que sus sentidos tienen en el mundo y en los poetas que él ama. El cede al encantamiento de Lord Byron y sus narraciones operan una vasta redistribución de su sensibilidad en los personajes de este calvinista devorador de la Biblia y de la Chirla de Mary Gray, alcohólica y orgiástica, su institutriz escocesa, con la que tuvo sexo a los 9 años ,sintiendo menos aquí y más allá, aquí, allá en decenas de aquí, como en Newstead Abbey, la Abadía del sexo, donde Byron dejó preñadas a unas cuantas, que daban a luz o abortaban  junto a una mata, diciéndoles el Poeta que no dieran voces, no se descubriese y gozando tanto de mujeres como de hombres., ávido de Las Mil y Una Noches, como les sucedió a sus primas Mary Duff, Margaret Parker, y su “mis” la prostituta; con Lady Carolina Lamb y Anna Isabella Milbauche.

            Pedófilo Byron, patihendido, con los dedos de los pies vueltos hacia adentro, y con una sentencia: en el zapato ortopédico de Lord Byron “cuando un miembro se debilita siempre hay otro que lo compensa”.  “Cojo bribón”, “pequeño diablo”, le llamaba su madre Catherine Gordon.. Incestuoso con su hermanastra Augusta Leigh, era omnipresente en su movilidad transformadora. Su paraíso era un abandono en múltiples y diferentes invitaciones a follar. Por ejemplo en Villa Diodati, en Suiza, reunidos Percy Shelley, Mary Shelley y su médico John William Polidori, de este trío orgasmátrico junto con él, dieron a luz la Shelley “Frankestein”, Polidori “El Vampiro”, Byron, “El prisionero de Chillón”, recordándoles,  que andando a la caza de “grillas”, en Venecia tuvo 250 relaciones con mujeres.

            Byron, calvinista, se convirtió al ateismo gracias a su amigo Percy Bysshe Shelley, que con su obra “La necesidad del Ateísmo”, le hizo creer y defender en común en el juego grande y pequeño de la vida, que “la mente no puede creer en la existencia de dios”, tomando Byron una cercanía, una singular cercanía que le llevaría hasta Poe.

            Este Shelley más espectacular, más neta, más brusco, predestinado a desenmascarar lo que en otros yacía oculto, con apenas 19 años  es expulsado de Oxford, fugándose a Escocia con una joven de 16 años, Harriet Westbrook, hija de un posadero de Londres, anunciando el Romanticismo de Pedofilía, que permanece envuelto en los Poetas románticos, hechos para “violar”, para “entregar” y desmitificar el sadomasoquismo que conformaba su ser iluminado al ácido, la psilocibina, el opio, el fabuloso hachis, el beleño y el datura stramonium, como probara Henri Michaux  y la vieja escuela de hechicería.
            Después de una corta y  larga fase de no hacer ascos , se enamoró de Mary, la hija de William Godwin, empezando a golpear, a brillar con sus ideas radicales, atravesando con sus rayos , que de pronto vuelven penetrante el “Prometeo Liberado”.

            “El centelleo de la polla está en la cabeza”, dijo en alguna ocasión Poe. Cierta parte de la cabeza, ¿el occipital?, cuyo rayo blando de esperma  golpea aquí en cumbres de venas en sangre en glande; y viene el “anda redonda, que cada día puedes ganar una dobla. No sé que te ganas, que bien ruin andas”. Que Poe tenía ganas de casarse con la hija de una viuda rica, y con la viuda, y para dar a entender que ganaba mucho con el oficio de escritor, cada vez que veía a la viuda pasar por su puerta paseando la calle, tomaba un lápiz y papel  y se ponía a amolar, diciendo:

-Anda, redonda, que cada día puedes ganar una dobla.

            Le llamaba redonda porque la mujer era como una rueda de amolar, y dobla, porque él, Poe, la metía doblada.

            Tantas veces lo oyó la viuda, que llegó a entender por qué lo decía, y, viéndolo poco medrado, dijo ella:

-No sé qué ganas, que bien ruin andas.

            Con esto acabó su pretensión.

            Y luego las visiones de cristales, de piedras preciosas, de diamantes o más bien su chorro, su chorro enceguecedor, estímulo excesivo para el aparato reproductor, aparecido en Samuel Taylor Coleridge, el de la “Balada del viejo marinero”, loco de amor como él;  casado con Sarah Fricker; enamorado de Sarah Hutchinson, que no le aceptó; enamorado de Dorothy, hermana de Wordsworth.
Como todos ellos y entre ellos, Coleridge un “Gigante entre enanos”, cuento gótico. Y una multitud de puntos, de imágenes, de pequeñas formas, que pasan que circulan en una multitud enorme de momentos,
Como en las auto ensoñaciones de Poe, en su “Tamerlán y otros poemas”, su primer libro.

            Muchedumbre en su conciencia con el tiempo normal enteramente desaparecido y que vuelve con intervalos, obliterado por la atención prestada al otro, ahogado en el espacio de puntos innumerables, relato corto, novela gótica, cuentos de terror, relatos detectivescos, de ficción, que se extienden hasta desaparecer, que se desdoblan, se multiplican ebrios de percepciones y de saberes simultáneos, para observar mejor sinópticamente y tener a brazados los puntos más distantes, más cercanos, como el casamiento pedófilo con su prima de 13 años, Virginia Clemm; él , Poe, tenía 26 años.

            ¿Andas ahí, Cuervo? No maldito; fiaos de monjes de hábitos prietos. Que dicen que el Cuervo de san Benito ató al diablo en la mar de Sicilia y le dijo que estuviese allí hasta que él volviese; y como tarda, cuando pasa por allí algún navío, pregunta el diablo si viene allí el Cuervo de san Benito; le responden:
-No, maldito.
Y él añade:
-Fiaos de monjes prietos; chocaréis con el diablo o cuervo de Palermo,

            Su excitación, su atención en el colmo de sus posibilidades captó anormalmente rápido y claramente el Simbolismo, el Surrealismo, y la literatura de fantasmas. De él bebieron, como si se la hubieran mamado en el tigre: Charles Baudelaire, Fedor Dostoyevski, William Faulkner, Franz Fafka, H.P. Lovecraft, Ambrose Bierce, Guy de Maupassant, Thomas Mann, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, y muchos más en el aparador y apreciador de su ojo ( que vio los más finos relieves, las arrugas insignificantes), en el oído (que oye, y hasta de lejos lo más ligero y fuerte que hiere), en el entendimiento ( móviles vueltos del revés, lejanas causas y consecuencias inadvertidas, interacciones multiplicadas percibidas a la vez), y,  sobre todo, en la imaginación ( donde pasan imágenes por encima de la realidad, realidad que se debilita y se adelgaza  en este “dios intelectual”, como le llamara Stéphane Mallarmé; o como él mismo decía: “Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro” ( carta a James R. Lowell).

            Poe, niño adoptado, adorado por su madrastra y odiado por su padrastro, un cruel y depredador negrero, magnificó su vida interior
aprehendiendo a Ovidio, Virgilio, César, Homero, Horacio, Cicerón, zigzagueantes en transformación continua. Columnas, agujas demasiado finas. Torres esbeltas, gráciles. Ruinas. En un tropel de corredores llenos de cintas, en rizos de rizos. La mecánica de la Lujuria. A los 14 años, este impotente, Poe amontillado,  se enamoró de la madre de un compañero, a quien la dedicó el poema “To Helen”, la Sra Stanard, de 30 años, muy bella. Con 16 años se enamoró de Sarah Elmira Royster, quien dijo de él: “Edgar es un muchacho muy guapo, muy hablador”. Incesantemente, bajo una u otra forma, manifiesta su presencia. Llegó a sargento mayor de artillería. John Neal dijó de él: Poe fue “el primerísimo en las filas de los verdaderos poetas”; Y Sarah Hale: “Poe fue un poeta no menor que Shelley”.

            En crisis permanente, pasando del “si” y el “no” sin matices, irreflexivo, con la regularidad del pistón en el motor, en estado de embriaguez casó en secreto con su prima Virginia Eliza Clemm. Sus ondas cerebrales se vuelven perceptibles en estos momentos de hiperexcitación nerviosa y lujuriosa. Escibió los “Cuentos del Folio Club”, un libro que nunca vió la luz, y que rechazó la editorial Harpers: “Los crímenes de la calle Morgue”; “El escarabajo de oro”, germen de la novela policíaca. “ El Cuervo”, poema por el que recibió 9 dólares.

            Poe tuvo un lío desnudo y directo con la poetisa  Frances Sargent Osgood, desdeñó a la escritora Elizabeth F. Ellet, lo que le valió grandes escándalos. Tuvo intentos amorosos, en vibraciones inesperadas, inimaginables, imposibles, desarrolladas contra uno, o más bien sin uno, sin él: Sarah Helen Whitman; Marie Louise Shew, Annie Richmond, este Poe errático de alcohol, en un intento de volver al vientre materno, y de quien dijo Baudelaire: “La Literatura de Poe es en muchos aspectos extra o supra humana”.Poe amontillado en paralelas, en eco, en evocación, en oportunidad de observar, leer y degustar la percepción directa y desnuda del Verbo.

-Daniel de Cullá


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