miércoles, 2 de enero de 2013

Susana Beatriz Fondado-Provincia de Santa Fé, Argentina/Diciembre de 2012

Halloween



   Don Guillermo, con su paso lento entró a la carnicería, pocos segundos pasaron; antes que largara la frase que desencadenó una lluvia de opiniones dentro del comercio –Todos los pibes están buscando máscaras para celebrar Halloween ¡Mi madre! ¿Dónde se metió la tradición Argentina?-
   Doña Julia, que no perdía la ocasión de darle la contra en todo a su vecino, lo espetó diciendo - ¿No sé  que le molesta que los chicos se diviertan? No le hacen daño a nadie-
Ahí, ya se veía venir el relato del hombre, con lección de historia, para completar su opinión –S e ñ o r a-dijo enfatizando la palabra-daño no le hacen a nadie más que a ellos mismos, ¿Y sabe porque? –Sin esperar respuesta siguió diciendo-Porque están haciendo una fiesta que no es tradición Argentina, es de otro país, en el nuestro estamos perdiendo nuestras tradiciones, para seguir las de otros Lares, que nada tienen que ver con nuestra cultura, no digamos nada de religión, porque cada uno es libre de tener o no alguna creencia, y no importa si es paganismo o no, pero siguiendo costumbres extranjeras nos estamos quedando sin identidad, y estos chicos que se están formando ¿le parece que no se hacen daño a sí mismos, perdiendo su identidad, copiando tradiciones que no le son propias?-y añadió- ¿Quién de todos esos chicos sabe lo que se festeja el 10 de Noviembre?-
   Doña Julia iba a abrir la boca para contestar, pero Don Guillermo que ya tenía su compra en el bolso y la había pagado, sin esperar contestación y meneando la cabeza se fue del negocio mascullando –Ja… así vamos, así estamos, todo está bien mientras sea ajeno, pero si hay alguno vestido de gaucho en la calle, le dicen disfrazado, ja.





Lluvia

Desde el Sur
llegan nubes grises azuladas
presagian que su peso diamantino
dejará el brillo en las aceras,
 un río hasta cordones.
Oscuridad de otoño
frío invernal.
Brotes y azares
de la niña primavera
demorando su arribo.
En el frente
grises soldados
apuntan con el aguacero
sus balas cristalinas
caen sobre el verde naranjo
las bebe de un sorbo
agradecido
sediento.

¿Será, qué será?

Será porque no tiene una vida emocionante
será que lo vivido ya es viejo y por ser viejo
será por no mostrar ese tema del amante
será que aquel escrito tan suyo   salió añejo.

Es como un ánfora perforada y muy vacía
está sin los recuerdos  que ahoga en vaso y vino
Jamás podrá ser Amado Nervo su poesía
Camino sin las huellas que  marcan un camino.

Dormida sin remedio su mente se quedó
Sin droga  anestesia la esperanza que  murió
el tema por mil veces,  diciendo lo  enredó

Repitió  las palabras, el loco repitió.
tan loco en su locura durmió al sueño y perdió
los versos más hermosos que nunca nadie vio.


Luz y oscuridad


Los espasmos de la noche avanzan
se diluye la vida
mientras los zombis se mueven al ritmo frenético
de la danza
en otra locura noctámbula
Cuando la noche entra en estertores
el insoportable sonido despierta
una carrera mortal sin línea de llegada
agita a los sobrevivientes del ocaso
en la búsqueda INEXA
del bienestar maloliente
sostenido en un andamio de papel y metal.
inconexo con los lazos
del alma
que vive sin prisa en el limbo de
la ilusión.
En su giro, cae nuevamente en tinieblas la luz
para que el agitado duerma
y el bailarín despierte.



Tormenta en la noche


Rumorea el firmamento tormenta
El rayo surca la oscura noche
Bramido del furioso ventarrón
ruge potente un trueno
descargan  su llanto las nubes negras
mientras la flor se acuna
mientras los niños duermen.
Lento viaje de la noche.
El alba de gris se viste
los sapos croan en el badén.
Febo juega a la escondida
tras la nube oscura, que intenta partir
gana el cielo la batalla
el azul y el sol brillan en él.
Despiertan los sueños.
Despiertan los duendes
y todo se hace canción.



Los años ¿Se van o vienen?


   Don Guillermo sacó su silla  a la vereda, Doña Julia ya estaba sentada a la sombra.

   El calor era sofocante.

 -¡Que grande está el nieto de Dalmira, como se van los años!- arrancó la vieja por decir algo.

-Los años no se van, Doña- contestó él.

-¿Cómo que no? mire como se fueron para nosotros.

-Le digo que no se van- insistió él.

-No, claro, usted todavía tiene  veinte ¿Verdad?

-¡Mire que es terca, mujer!-contestó él- si los años se fueran, yo no tendría ochenta.

-¿Qué le agarró a usted, el mal  ese en que se pierde la memoria?- dijo la vecina ya molesta.

-¿Por qué, por pensar y discernir que es lo que pasa con los años?- preguntó él.

-Bueno Don, a ver si me dice que piensa, porque voy a creer que está medio… medio.

-Los años no se van-volvió a decir Don Guillermo.

-Explíqueme entonces ¿porqué ya tenemos ochenta?

-Porque los años vienen- intentó explicar el hombre.

-Ah bueno, vamos mejor-se burló ella- ¿cuál es la diferencia en que vienen o se van?

-Cuando cumplí los ochenta, los ochenta no se fueron, si se hubiesen ido todavía tendría setenta y nueve.

-Ay que mareo, hombre-

-Pero es fácil mujer, los años vienen y se quedan, por eso los vamos sumando, si se fueran, los restaríamos-

    Doña Julia, se levantó de su silla diciendo

 –Voy a tomar una Aspirina, ya vuelvo-

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