jueves, 25 de abril de 2013

Isidoro Gómez Montenegro-Cosoleaque, México/Abril de 2013

La montaña


He solicitado a la montaña
que no abra las grietas
como las paginas de un libro y
sus coruscantes gotas, donde palpita el agua;
de tantas cosas que ignoro,
pero, es verde como musgo.

Las lejanas formas
son capullos, larvas o espesos ovillos en espera.
Atado está el firmamento,
las sendas avanzan, desatando con prisa
se vuela un costado ocre en desbandada.
El camino asegura, agua, cosas, 
citas de amor.

Las sendas llevan aromas que se orean con frutos,
frases de un poema amoroso
que se despierta a lo lejos.
Construimos una casa para guardar la montaña,
el sol se convierte en prisma con su resplandor.

Las luces danzan con el azul del mar.
La escritura desgarró la noche;
días de estrellas entre páginas turbadas.
Glifos donde la montaña rumora hondos follajes y
cantos taciturnos…
flores que quedaron en el olvido;
en algunos árboles, quebrados, grabados con tu nombre.

Mar acaudalado,
la belleza de tu amor aumentó en mi corazón
e inventamos el camino.
El viento al silbar modulaba espumas
como si fuera nuestro pensamiento
fraguado en la montaña.


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