viernes, 23 de agosto de 2013

Saúl Buk/Agosto de 2013



El sapo


Con los ojos fuera de los cuencos.
Y la mirada fija,
Se desorbitaba.
Un hilo unía los globos, a sus cajas.
Esto, solo le ocurría,
Cuando pasaba  por delante de él,
La mosca loca,
Otros, la tenían agarrada,
Apretada en sus bolsillos,
Y  la soltaban  sutilmente,
Para que el sapo la viera pasar.
El infeliz saltaba, lo más alto que podía,
Pero nunca  la alcanzaba.
La hembra le señalaba  por donde
Volaba la mosca loca.
Y el siempre caía, pesado como una piedra,
Sobre su panza.
Ya no saltaba, estaba chatito.
 ¡Ay! Enormes  ruedas  de caucho,
 Hicieron  rodar al camión.
 Lo estaban  velando,
Cuando todos vieron
 Sobre su frente
Posarse a la mosca loca.

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