miércoles, 25 de septiembre de 2013

Abel Espil-Buenos Aires, Argentina/Septiembre de 2013

 EL TAXISTA

Es cierto que las cuatro ruedas lo pierden. También podría decir que lo salvan. Come, se viste,trabaja y visita las putas mas caras de la Recoleta.Todo es verdad, como así es una gran mentira.Al Cacho, no lo salva nada, ni nadie .En la reunión de amigos es el ganador .A nadie le tiene que rendir, ni adonde va como tampoco de donde viene.Es lamentable verlo con el cuello de su camisa blanca, que en muchas situaciones, la descubrimos oscura y su pantalón manifiesta una mancha de aquellas que cae sin piedad, comiendo pizza con abundante salsa o una pasta en iguales condiciones.Nada lo detiene.Nadie sabe, si en el camino de los cincuenta años lo ha dejado el amor de alguna mujer o el cariño de un hijo. Estos temas nos los aborda, como tampoco los escucha. Infinidad de veces algunos de nosotros decimos algo con respecto a nuestras familias, él se pierde huyendo en su nuevo auto Chevrolet 2013.
Todas las mañanas, antes de salir lo lava, le da un excelente secado para completarlo con un pequeña capa de Blem. La franela grande y amarilla, va y viene,hasta completar el brillo que el Cacho desea.
Su andar por la ciudad es lento y selecciona al cliente.
De una muy rápida mirada, determina si le van a manchar el tapizado o a dejarle galletitas en el piso. Pobre los matrimonios o las mamis o los papis que pretendan que el Chevrolet los lleve a destino.
Él detecta el peligro que le dejen el piso lleno de restos de comida o caramelos pegados. Avanza  y su rostro se convierte en el de un hombre que no registra que lo están llamando o con las manos tratando de ser vistos.
Sus anteojos oscuros lo benefician y la radio fuerte escuchando a Di Sarli, le permiten continuar viaje, evitando escuchar las puteadas.
Nadie sabe que ese es su hogar.Cacho conoce los lugares donde se puede bañar, como conoce los días en que disfruta el sauna de algún hotel alojamiento.Siempre lleva su pequeño bolso.Dentro está todo lo que permite higienizarse y afeitarse.
El único diario que lee en los instantes de descanso, es Crónica.Es hincha de CHICAGO.A su padre no lo conoció y tampoco tuvo hermanos.Lo atrajo escuchar que era una hinchada jodida y el de chico ya pensaba que siempre es bueno tener amigos que lo puedan proteger.
El tacho es su vida.Para Cacho el auto lo salva de lo difícil  del vivir.Siempre cuenta que tiene muchos amigos.
Una sola ves , tuve en Retiro la oportunidad de escuchar un comentario que emitió un tipo llamado el polaco:"Cacho es un cadáver dentro de un auto que labura en la ciudad"
Es obvio que nunca se lo dije.
Cuando llega la nochecita, le encanta ir rumbo hacia Villa Urquiza.Si tiene la suerte de enganchar con un viaje se pone contento.Hace algunos años--los dos eramos bastante mas jovenes--le escuché decir en ronda de café. que para él descansar dentro del tacho, mirando hacia el río, le provocaba sueño.
No lo entendí y hoy que ya estamos grandes, lo entiendo menos.
En una sola oportunidad me pregunté si lo apreciaba, o me daba lástima este compañero de trabajo
Al día de hoy no obtuve respuesta.
Me voy a casa, tengo que plancharme un pantalón.Mañana me voy con la Esther al Tigre.
13 de  MAYO DE 2013


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Abel, como siempre nos sorprende con una profunda he interesante historia. Esta en particular me atrae y me doy el lujo de interpretar su historia a mi imaginación y manera. Por lo pronto en su momento o se vio solo con el tacho o el coche...........Esther lo acompañaría.
Felicidades Abel.

ALICIA CORA dijo...

Hermoso relato, me encantó. En él demostrás tu vena de escritor y te paseas impunemente por esta ciudad en la que vivimos, ciega, sorda y muda, dándole un sentido exacto a tus palabras. Muy bello, besos Alicia.

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Querido Abel: sólol una sensibilidad como la tuya puede recrear este personaje del Cacho, en un relato. Muy bueno, un abrazo,

Anónimo dijo...

Abel: Impresionante, típica historia ciudadana. Sigo insistiendo ¿Para cuándo la novela, con la barra del café y todas esas historias?
A ver si alguna vez buscás en tus archivos otro cuento de un taxista que estaba "perfecto". ¡Te felicito! y van...Marcos.

Marta Susana Diaz dijo...

Abel: ¡Cuanta soledad acompañada tan sólo por la ciudad insensible! Un hombre como si fuera un caracol, con la casa a cuestas creyendo ser feliz. ¡Buenísimo y original relato!

Anónimo dijo...

Abel, el primer comentario es mio. Como no me manejo bien en estos menesteres puse anónimo. Pero lo pude haber firmado.
Te felicito de nuevo,
Ofelia la Cubana.

Anónimo dijo...

Desde mis tiempos "argentinos" vengo leyendo tus relatos. ¡Son geniales! Nunca me atreví hacer comentario. Sí se lo he dicho a Laura Cheisa y ella me ha dicho: ¿Por qué no se lo dices a él?
Quizás me recuerdes...
Desde Barcelona Trinidad te felicita.

Anónimo dijo...

No me asombra, como siempre tus trabajos son tan especiales utilizando temas a veces tan difíciles, Te felicito.

Rita.