miércoles, 23 de julio de 2014

Rubén Vedovaldi/Julio de 2014

Reflexiones de Rubén Vedovaldi, desde Capitán Bermúdez, provincia de Santa Fe, la Argentina, a propósito de seis textos del poemario “Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo” de Rolando Revagliatti.

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“No es exactamente el amor lo que es ciego:
es más bien exactamente lo que no es el amor
lo que es ciego.”


          Lo más difícil para el artista es pincharle al vox pópuli un lugar común. El lector está tan acostumbrado a oír que el amor es ciego y a repetir que el amor es ciego, que ante alguien que le da vuelta completamente el concepto, lo primero que siente es rechazo. La gente quiere seguir creyendo que sabe lo que repite de memoria acríticamente. La sociedad sigue condenando a muerte a Sócrates por su intento de pensar y hacernos pensar que, tal vez, nada sea lo que creemos de memoria. Pero aquí vuelve a brillar la verdad originaria que no pudo matar el lugar común repetido por siglos. Lo ciego es justamente lo que no es amor. Lo digo aunque me cueste mucho aceptarlo, porque implica aceptar que yo soy ciego. He estado en pareja desde 1994 hasta el 2002 y no he amado. ¿Cómo se puede no amar?  No lo sé, pero una noche ella abrió los ojos y se dio cuenta de que no nos amábamos y se fue. No la perdí entonces, la perdí cuando la tuve y no la amé; la perdí y me perdí cuando la tuve y no la vi. 


 *


“A mi propio modo
marcho
hacia la consistencia.”


          Este epigrama o aforismo resume lo que Frank Sinatra cantaba en “On my way” = A MI MANERA. Aunque, si el que habla aquí es el Yo del hombre coincidentemente con el yo del autor, habría que recordarle que toda consistencia es fugaz ilusión y en verdad el yo, como la democracia o como cualquier institución humana, llega con mucho esfuerzo a consistir por un tiempo y después vuelve dialécticamente a suceder la dispersión, la inconsistencia, la disolución de lo que consistió. Consisto, luego se pudre todo. Consisto hasta que la pulsión de muerte apaga mi lamparita y me manda a regar rabanitos desde abajo en la quinta del Ñato, me manda a consistir en ceniza que se lleva el viento.


 *


“Cuando mi esposa
huyó con el Diablo
supe que un Dios
existía.”

          
           El Diablo es, gracias a Dios o gracias a sí mismo, una manifestación de deseo.


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 “¿Cómo se abren los hombres?:
con dificultad.”


          Esta idea de abrirse los hombres con dificultad, generaliza lo que más arriba sostiene el hablante poético al particularizar en el sentido de consistir a su modo. Consistimos y / o nos abrimos con dificultad. Nuestro modo, nuestro modus vivendi, es el modo que las dificultades más que nuestras facilidades, nos imponen.



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“Estamos ganando nuestra mayor derrota:
el incuestionable triunfo sobre la Naturaleza.”


          Otra vez aquí, como antes en el tema de si el amor es o no es ciego, se refuta un prejuicio o preconcepto muy enquistado en nuestra cultura, aunque en este caso no desde el saber popular o vulgar, sino desde la filosofía positivista y la ciencia moderna, dominar la Naturaleza. La idea errónea tal vez haya que retrotraerla al libro primero de Moisés, donde dice que Jehová mandó al hombre a señorear sobre lo creado, vos sos el patrón y soto de este jardín, pibe, hacete cargo. El primer conflicto con la Naturaleza es el que tiene la mujer con la serpiente cuando Dios o la culpa por morder el fruto le grita: Qué mierda hiciste, boluda, ahora vas a ver, pondré a tu especie como enemiga de la especie de las serpientes para siempre. Tal vez allí comienza el esquema vencedores / vencidos. Matar y ser inmortal como antítesis, como si pudiera el hombre inmortalizarse matando. Hoy hasta los presidentes reunidos en asamblea general de naciones unidas tienen que reconocer el "cambio climático", que es como llaman oficialmente a nuestro triunfo-derrota sobre la Naturaleza. Cuando en verdad, cuanto más quiero conquistar a la mujer más me derroto y la pierdo, y cuanto mas quiero conquistar al Nuevo Mundo más lo hecho a perder y me derroto a mí mismo.  Hoy nadie podría cantarse a sí mismo y a todo lo que nos rodea con aquel optimismo triunfal de un Walt Whitman. Antes que muriera el Dios en boca de Zaratustra, ya había sido derrotado el hombre como un animal cultural escindido de y enfrentado a lo Natural.


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“De jovencita
naufragó en la desdicha

Y aún persiste.”

           La desdicha produce más acostumbramiento que la felicidad liberadora.


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