sábado, 20 de septiembre de 2014

Luis Tulio Siburu-Buenos Aires, Argentina/Septiembre de 2014

EL BAZAR DE LOS INSECTOS

Manolito estaba leyendo el pasado domingo el diario Perfil, y encontró un comentario de la revista italiana Panorama, acerca de los insectos. Con su modesta traducción pudo rescatar lo siguiente:
Que en poco tiempo la carne y el pescado ya no serán suficientes para alimentar a todos en el planeta. Un último informe de la FAO, recomienda acostumbrarse a consumir insectos, un tesoro de proteína barata. Restaurantes y cocineros de EEUU y Europa ya le han descubierto sus propiedades y están acostumbrando a sus comensales a degustarlos y consumirlos”
A Manolito se le pusieron los pelos de punta más que nunca. Intimamente pensó que no se lo iba a comentar a Mafalda porque esa información era oro puro y seguro que ella le encuentra algún costado de “sugerencia imperialista”. Eso lo deprimiría en su idea de ser el primero en el barrio de vender en el almacén de su padre “los mejores insectos nacionales,  ibéricos y de otros paisitos del mundo”.
Luego pasó raudo por la puerta que comunica su casa con el comercio, y mientras el signo pesos ondeaba sobre su cabezota, comenzó a limpiar la zona donde habitualmente se guardan los envases vacíos y los productos ya vencidos sin salida. Ese sería el ángulo ideal para ubicar un pequeño stand, como una sofisticada ampliación del almacén tradicional. Pensó denominarlo “ El bazar de los insectos”.
Parecía fácil la comercialización pero no estaba todavía demasiado desarrollada la detección, caza, envasado y distribución, por lo cual infería muy costosa la obtención de esos insumos. Y justamente el alto costo no era el ingrediente que Manolito pensaba aceptar. Por eso es que se sentó en el escalón de la entrada al almacén, puso ambas manos alrededor de su mandíbula, bajó la vista al suelo y encaró el peor de sus desafíos: pensar.
Con ayuda telefónica de Google entró en Wikipedia, donde al menos podría conocer de que se trataba el tema. Como pudo leyó :Los insectos son una clase de animales invertebrados del filo de los artrópodos, caracterizados por presentar un par de antenas, tres pares de patas y dos pares de alas. La ciencia que estudia los insectos se denomina entomología.”. Allí ya se perdió y creyó llegado el momento de recurrir – aún con desconfianza – a sus amiguitos de la pandilla. Ellos serían la ayuda logística y él el vendedor directo y tesorero del Bazar. No se involucraría directamente, desde los dos años salía corriendo cada vez que aparecía una mosca.
Los encontró en la plaza, junto a los juegos, y les comentó el plan. Al rato ya estaba armado el organigrama: Mafalda, siempre interesada por la humanidad, ubicaría las especies y los lugares para recolección; Guille – el mas cercano al suelo - oficial recolector de primera; Susanita – mientras no quede embarazada ni la afilien los gorilas - responsable de envasarlos en los ex tubitos de antiguos rollos fotográficos que son muy chetos; Libertad, identificarlos pero sin que se le ocurra poner en la etiqueta el símbolo de la hoz y el martillo; Felipe, trasladarlos en su vehículo espacial hasta el Bazar; Miguelito, el creativo, en la publicidad del negocio.
Pronto el grupo le hizo el primer planteo laboral a Manolito. Ya que él se llevaba la porción mas gorda del negocio, debía encargarse – además de la caja - del “paso a degüello” de los insectos. La toma de decisiones de Manolito estaba ya entrenada. Se venderían vivos, ni él ni los otros tocaba bicho alguno. No vaya a ser que los picaran y no quería gastar en ART.
Así comenzaron a llegar al Bazar hormigas, saltamontes, grillos, abejas, langostas, mariposas. Hasta que Manolito no venciera su aprensión, la mosca debía ser declarada “en extinción” (para los clientes) y sólo se aceptaría su búsqueda y venta por encargo especial y pago efectivo en dólares blue.
El Bazar tuvo un inicio exitoso. La ambición de Manolito, mas la ayuda invalorable de Miguelito, desarrolló mucho su poder de convencimiento y los clientes se fueron acercando e informando acerca del poder calórico y proteico de la alimentación del futuro.
Pero había un inconveniente. Los insectos necesitaban un buen ingreso de oxígeno en el recipiente que vivían hasta que los eligiera algún cliente para llevarlo. Sin embargo, la pandilla no había desarrollado un sistema confiable de protección superior semitransparente con perforaciones que permitiera que respiraran normalmente.
Y sucedió lo esperable. Los insectos comenzaron a desaparecer como presos de Ezeiza. Sin necesidad de túneles y coima a carceleros. Simplemente carcomiendo despaciosa pero incansablemente los orificios de la tenue gasa agujereada que los mantenía encerrados.
Lo complejo fue que los insectos no retornaban a sus antiguos lugares de residencia en la naturaleza. Todo lo contrario. Los días vividos en el Bazar y la radio a todo volumen que el padre de Manolito apoyaba sobre la caja, los fue educando – a través del noticiero de Radio Mitre - en materia de derechos humanos. Y del Bazar se iban directo para hacer la denuncia al permanente Juez de Turno Oyarbide, que era el mas delicado para atender especies tan  minúsculas y sensibles.
Así fue que empezaron a llegar las citaciones de diversa índole : a Mafalda, por acoso y observación de insectos en cercanía de sus hogares, además de atraerlos maliciosamente con la sopa que ella desechaba en su casa; a Guille, por agresión exacerbada al cazarlos pisándoles la patita trasera al estilo de violento back central; a Susanita, por “voyeur”, dado que que espiaba por los agujeritos del frasquito la cópula de la abeja reina con el zángano para entender como se hacían los hijitos que ella ambicionaba; a Miguelito, por ser sospechoso de cualquier cosa ante tanta bondad y candor; a Felipe, por no cumplir con las leyes del tráfico en los traslados cósmicos; a Libertad, por pichona de zurda y a Manolito por tratante de “blanquitas” y lavado ocasional de dólares. Hasta al padre del ideólogo se lo llevaron por violencia de género. Le tocó la mano a Maru Botana al darle el ticket, cuando vino a comprar una oruga para su ensalada sofisticada.
En la 18ª de Boedo los recibió un cabo gordo y  bigotudo que se la rebuscaba de administrativo para que no lo manden a la calle “ porque hay mucho plomo”.
- ¿Domicilio ? –Pavón y Castro Barros …-¿Actividad?...-Bazar.- ¿ Bazar ? ¿Bazar de qué ? ¿De platos de plástico y baldes de aluminio ?...- No…Bazar de insectos…- ¿De insectos ? -Ustedes me están cargando o se quieren quedar acá para siempre...
- Oficial Inspector Buenaventura ¡¡¡¡ venga un momento, escuche a éstos malandras con la historia que me vinieron…
- Cabo…no les grite por favor. Son menores imberbes. Chicos…vayan ahora y liberen a todos los insectos encerrados. Los que se escaparon ya forman una cola tan larga frente al juzgado, que están cortando la 9 de Julio y no puede pasar el Metrobus. Allí tienen la puerta, están libres…hoy es domingo,  olvídense del Bazar de los Insectos y miren un video de Disney…
Tomó entonces la palabra Mafalda, la mayorcita… Gracias Oficial…pero no podemos,hoy son las PASO. Hay que ir a votar por el Partido Verde, lo pidió la FAO. 


1 comentario:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Luis. MUY BUENO !!!, mi abrazo,