miércoles, 26 de noviembre de 2014

Ascensión Reyes (cuento)-Chile/Noviembre de 2014



PABLITO

Recreación de “La señorita Cora” de Julio Cortazar.

            Increíble, han pasado veinte años y un sinnúmero de hechos han cambiado totalmente mi vida. Ya el hospital, Marcial y mi querido Pablito quedaron atrás todos estos años. Sin embargo de este pequeño nunca me he podido olvidar por completo. Lo dejé cuando su cuerpo ya no resistía nuevos tratamientos y su destino estaba sellado. Incluso al tocarlo por última vez le noté esa frialdad que anuncia el fin. Y con esa sensación horrible volví a mi hogar. Sin duda, ese día estaba designado para atesorar todos los acontecimientos más tristes de lo que había sido mi pasar hasta ese momento. En el salón me esperaba una mujer muy joven, casi una niña de colegio, que lucía un abultado vientre, dijo llamarse Clara y novia de Marcial hasta ese momento. Me puso al tanto de sus ilusiones fallidas y de las esperanzas con  relación al hijo que en breve nacería. La despedí, tratando de entender en qué punto estaba yo, considerando que Marcial día a día proclamaba a los vientos su amor por mí. Con el propósito de poner tierra de por medio a estos desgraciados acontecimientos. Ya por la tarde, maleta en mano, partía al otro lado de la cordillera donde un hermano que reside en Santiago, desde hace muchos años…    Ha pasado largo tiempo pero su rostro gracioso es el mismo. La misma señorita Cora que causaba mis rubores, es claro, con algunas arruguitas en el borde de sus ojos y su hablar y movimientos más pausados. Sin embargo, hasta hoy no ha perdido su encantadora bondad, que sólo ahora percibo. En ese momento, era una mezcla de descubrimiento sexual y enamoramiento prematuro. Nos reconocimos de inmediato en un cruce de peatones y ella puso cara de haber visto un aparecido. Por ello, le cogí el brazo,  seguí su ruta y ya en lugar seguro, el abrazo salió espontáneo. A ella se le humedecieron los ojos y a mí una sensación se amistad y admiración compartida, me hizo asirla de su mano para llevarla al primer local disponible. ¡El café más exquisito que me he servido hasta este momento!… ¡Pablito!, mi niño recordado frente a mí. Sueño o realidad, no acertaba a definirlo. Le pregunté ansiosamente qué había ocurrido. Al parecer la tenacidad de su madre. Ella nunca se dio por vencida y a poco de dejarlo en su sala, entró con un nuevo doctor y  un nuevo tratamiento… Gracias a mamá el nuevo doctor, lentamente, me hizo revivir. Más adelante se impuso una nueva operación, haciendo de mi convalecencia una larga espera. Fueron muchos meses los que pasé en el hospital,  hasta llegué a considerarlo, un poco, mi hogar. Trabé contacto con todos los médicos, quienes me entregaron simpatía, y sin quererlo, conocimientos elementales hasta que descubrí en mí una vocación que me acompañaría hasta estos días. Sí, soy médico cirujano y estoy de paso en Santiago en un congreso de mi especialidad…Pensar que esa señora, pesadísima hasta el extremo, iba a tener tanto coraje para luchar hasta el último por su hijo. Hoy debo retractarme por mi antigua apreciación, pues gracias a ello, hoy he tenido una de las alegrías más grandes. Ver vivo a Pablito, saber que tiene esposa y tres niños a los cuales su mamá, aquella agria señora, malcría a su placer…A Cora, siempre la tuve en mi pensamiento, hasta creo haber elegido a mis novias pensando un poco en ella. Hoy ha estado frente a mí y lejos de ese desagradable Marcial. Confieso que nunca lo pude aceptar, aunque siempre fue atento conmigo, aún después de perderla de vista, sentía celos por haber sido su novio. Felizmente, encontró un buen hombre aquí y ya tiene hijos grandes. Ella venía de comprar un libro.  Después de darnos nuestras mutuas señas, para vernos en otra oportunidad, me lo regaló para mis horas de ocio. Son cuentos de un coterráneo, Julio Cortazar.
           

            Luego de leer el cuento “La señorita Cora”, de Julio Cortazar, no pude evitar sentir una pena horrible por el mortal destino de Pablito. Y con todo el respeto que merece su creador, me atreví a continuarlo para darle un final feliz.
Abril/05.
           
           

























































































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