sábado, 20 de junio de 2015

Isidoro Gómez Montenegro/Junio de 2015




A Camila.
Lucero de mi atardecer


La luna duerme,
ante el fenómeno pasado del eclipse,
observo la misteriosa oscuridad del cielo,
la colosal e intrépida negrura de la noche
transforma  la naturaleza.
Sin ver figuras ni constelaciones de Orión,
hace un mes y días que apareció.
Las luciérnagas iluminaban mis cansados ojos,
aún con brillo, quizás por que tengo un nuevo
y pequeño lucero.
Con la Fe de siempre aprenderé
si Dios da la oportunidad de verte crecer.
A veces el destino inexorable
nos marca un ciclo,
sin solemnidades que señalan los rituales.
Recibiré con agrado el abrazo de la tierra
con la seguridad de que hasta el último momento
habitaste en mi corazón.
Cuando des tus primeros pasos y
el tiempo ineluctable…
Oirás mi voz entre los árboles,
los de la casa de tu abuelo Isidoro.
La memoria que aún tenías cuando pequeña
o ya un poco mayor, te hará recordar sin olvido
los materiales inasibles con que yo escribí:
Las palabras, algunos cálamos de tinta,
 las encontrarás,
o al quebrar una rama, verás algún pájaro
haciendo  nido; ahí estaré yo.
Por lo pronto pequeña niña mía
duerme, sueña, duerme…
Tu abuelo piensa en ti.


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