lunes, 23 de noviembre de 2015

Alejandra Zarhi/Noviembre de 2015



ALGUIEN


Hay alguien que no entiende,
de lo nuestro.
Alguien que no sabe del amor
y es incrédulo.
Alguien que algún día
llora mi ausencia.
Ese alguien, que no sabe lo que siento.

Un alguien,
perdido en el cemento.
Asustado de la gente que lo mira,
pierde la noción y se le va el tiempo.

Ese alguien eres tú y es cierto.
Poco a poco serás el recuerdo
dibujado en el rostro y en el cuerpo.

Gustavo Tisocco-Argentina/Noviembre de 2015



CUESTIONARIO  respondido por Rolando Revagliatti el 31.8.2006, desde la ciudad de Buenos Aires, para un blog del poeta Gustavo Tisocco.




 
1: ¿Qué es para usted la poesía?

—Es la gaviota que logro instalar en el paisaje que describo, sin que se oiga demasiado la palabra gaviota.


2: ¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas, sus premios, su actividad literaria?

a) Viví en pensiones (en una, nací) hasta mis ocho años. El mejor período de mi niñez transcurrió en Villa del Parque, cuando mis padres adquirieron nuestro primer departamento. Aunque tuve también amigos antes, en Floresta, los que recuerdo son los de Villa del Parque. Donde, además, las chicas de mi cuadra querían ser mis novias. Tuve una abuela, Josefina, excelente. En presencia de mi padre no se podía decir el apellido Perón. Él era un consecuente lector de libros: crónicas de viajes, expediciones, “El Hombre Mediocre” de José Ingenieros, esa onda, y de poesía. Mi madre no ha frecuentado los libros, aunque sí los diarios y revistas. Simpatizaban con el socialismo. La primera vez que voté lo hice por Alfredo Palacios. Mis primeros amigos íntimos, como se decía entonces, grandes amigos, los hice a partir de que nos mudamos, a mis once años, a otro departamento, ya más importante, en Caballito. Y el último en ese rango lo tuve hasta poco después de mis cincuenta. Cincuenta eran los años a los que en mi infancia yo aspiraba a llegar vivo y saludable. Supongo que esa sería la cifra mínima que me atrevía a declarar, ¿no? Ya está: conté un poco de mi vida.

b) Publico mi primer libro en 1988, así que andaba yo en los 43 años de edad. Se tituló “Obras completas en verso hasta acá”, con segunda edición corregida en 1990, a través del sello Filofalsía (una tercera edición corregidísima de este multipublicado poemario aparecerá a principios de 2007). Después fueron surgiendo otros catorce poemarios, unos cuantos, a su vez, también con reediciones + ediciones electrónicas + ediciones bellísimas en formato caja y en formato estuche. Éstos son los títulos: “De mi mayor estigma (si mal no me equivoco):”, “Trompifai”, “Fundido encadenado”, “Tomavistas”, “Picado contrapicado”, “Leo y escribo”, “Ripio”, “Desecho e izquierdo”, “Propaga”, “Ardua” (el único de mis libros que cuenta con una edición, la quinta, íntegramente bilingüe (castellano-neerlandés), a través del sello Stanza, de Holanda), “Pictórica”, “Sopita”, “Corona de calor”, “Del franelero popular” (textos de todos ellos integran la antología “El Revagliastés”, aparecida a principios de 2006). En el género dramaturgia se editó “Las piezas de un teatro”. Y hay dos volúmenes que reúnen cuentos y relatos: “Historietas del amor” y “Muestra en prosa”. La mayoría de mis libros se hallan disponibles no sólo en http://www.revagliatti.com.ar, sino que, en numerosas bibliotecas digitales. Casi todos los demás poemarios han sido traducidos parcialmente y así difundidos en medios gráficos y virtuales a los idiomas italiano, esperanto, inglés, asturiano, alemán, maltés, portugués, rumano, francés, vascuence y catalán.

c) En poquísimos concursos donde hubiera que presentar un libro completo he participado. Me resulta insoportable leerme las bases, las especificaciones, las advertencias, la obligatoriedad del seudónimo y del sobrecito donde queda oculta la identidad, los recaudos. Cuando no constan los nombres de los prestigiosos miembros del jurado, peor todavía. El esfuerzo que me demanda cumplir con los pasos me sobre exige, me exige mal. Me alivia dar con bases donde rápidamente advierto que hay que pagar para participar o que ya venció el plazo de presentación. Allí se me disipa el conflicto, queda descartado para mí el certamen y sigo con otra cosa más acorde a mi disposición. Tendría que contar con un remunerado secretario que lo hiciera por mí. En fin, algún primer premio obtuve, sin embargo. Otorgado por una institución norteamericana. Y unas menciones especiales y otras estándar que me posibilitaron ser seleccionado e incluido en antologías y exposiciones. Jamás intervine en concursos donde los premios son nada más que medallas y diplomas. Sí, estoy flojo en premios. Qué macana.

d) Desde hace algunos años coordino mi taller literario, el cual incluye, adaptándome siempre a los requerimientos de los interesados, oralidad, proyección de la voz. Como productor cultural, entre otras iniciativas, cabría asentar aquí la puesta en escena de nueve espectáculos teatrales (“Drummond”, “Uno de cada”, “Las mujeres”, “Por mí mismo”, “Obstinación”, “Versos per-versos”, “Espasmitos espantosos”, “La cosa corta”, “El cirujano poetón (y sus fantasmas)”, entre 1975 y 1987) a partir de textos mayoritariamente poéticos de decenas de autores, lecturas públicas de textos de Jorge Luis Borges, Gabriela Mistral, Oliverio Girondo, Jorge Lépore, Violeta Parra, Alejandra Pizarnik, Pablo Neruda, Julia Prilutzky Farni, etc., entre 1983 y 1986. Fui uno de los responsables del Ciclo de Poesía y Prosa Breve “Nicolás Olivari” (1999) y el coordinador general de los Ciclos de Poesía “Julio Huasi” (2001), “Luis Franco” (2002), “Carlos de la Púa”, “Susana Thénon”, “Horacio Pilar”, “Homenajes” (2003), así como de la Revista Oral de Literatura “Recitador Argentino” (2003) y de “La Anguila Lánguida” Muestra de Poesía 2004. Desde el 2005 presento a poetas no residentes en la ciudad de Buenos Aires y conurbano bonaerense dentro del marco de “Último Infierno”, la propuesta de periodicidad mensual de la Asociación de Poetas Argentinos, fundada por Cayetano Zemborain. Y desde junio de este año ando presentando poemarios que juzgo singulares o muy significativos para mí, acompañado por músicos, más adelante será con actores y ya iremos viendo con quienes más, en “La Canción de Rolando”, una de las secciones del Café Literario de Lidia Rocha y Gerardo David Curiá: “Literatura Viva”, también con periodicidad mensual.


3: ¿Cuándo empezó a escribir? ¿Por qué?

—Empecé pergeñando letras de canciones que yo mismo componía en mi cabeza. Los temas musicales se los cantaba a mi gran amigo de la adolescencia, Ramón. Yo venía recitando poemas desde mi niñez. “Debuté” representando a mi sexto grado en la culminación de la escuela primaria. Fue un suceso, una marca de aquéllas, nadie podía creer que ese lindo, pero intrascendente chico, conmocionara de semejante modo al vasto auditorio, recitando un poema narrativo, claro que, muy sentimental, de mi tío político, Jerónimo Sureda. Y bueno, habré empezado a escribir para evidenciar mi enorme insatisfacción, para escudriñar en los recovecos infinitos de mi enorme insatisfacción.


4: ¿Cómo definiría a su poesía?

—Aún esmerándome no me imagino alcanzando una abarcadora definición. Sé que abunda el sarcasmo, la ironía, el humor falsamente ingenuo, la burla. Sé también que escribí textos donde esto no aflora. Reconozco que me agrada “ponerme en peligro”, literariamente hablando. Acaso atormentado por el espectro de la mediocridad, de esa amenaza, de ese horror. Más vale morir inventando que seguir perdurando en la repetición. Más vale chillar en procura de alguna armonía disparatada que albergar el conformismo del gimoteo. Definir no definí, pero al menos, Gustavo, sabés de qué huyo.


5: ¿Qué autores influyeron en su poética?

—Sospecho que los releídos: en mi infancia y pubertad, Yamandú Rodríguez, Olegario Víctor Andrade, El Viejo Pancho, Gustavo Adolfo Bécquer, Belisario Roldán, José Hernández, Estanislao del Campo, Almafuerte, Hilario Ascasubi, Evaristo Carriego, versificadores gauchescos y letristas de tangos, buenos y espantosos, que yo leía semana tras semana en las revistas “Cantando”, “El Alma que Canta” y “Cantaclaro”. En mi adolescencia, Baldomero, Manrique y César Fernández Moreno, Antonio Porchia, Walt Whitman, Nicolás Olivari, Pablo Neruda, Julio Huasi, Nicolás Guillén, Roberto Santoro, Nicanor Parra, César Vallejo, Alfonsina Storni, Mario Benedetti, Raúl González Tuñón, León Felipe. Y ya poco después, Jacques Prevert, Juana Bignozzi, André Breton, Carlos Drummond de Andrade, María Elena Walsh, Antonin Artaud, Juan Gelman, Arthur Rimbaud, Alejandra Pizarnik, Oliverio Girondo.


6: ¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?

—Que se la reconozca como eso que se da por seguro en la pregunta: una poética. Una.


7: ¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial? ¿Por qué?

—Conminado a elegir, elijo uno no incorporado a libro todavía ni hallable en la red y constituido por pocas palabras. Lo elijo por inequívoco (si es que coincidiéramos en que tengo una voz que proviniera de mí):


PIZCA DE BOLERO


La lujuria
—esa inundación—
es contigo

Glu
      glu.



8: ¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?

—Es actualmente más ajustado, me dicen.


9: Para usted, ¿se nace o se hace escritor?

—A las propensiones, las construcciones. ¿Se nace vendedor de tractores, jurisconsulto, pacifista, inescrupuloso, abnegado, visitador médico?


10: ¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la palabra?

—Que no sea condescendiente consigo mismo/a. Que cuando en los grupos a los que vaya perteneciendo perciba la cerrazón del sectarismo y la endogamia, los rehuya, los combata. Que propenda a la honestidad intelectual y a la coherencia. Que no sólo lea libros de poesía. Y que los libros de poesía que lea no sea únicamente los recomendados por sus próximos. Y que los libros de poesía los relea (práctica poco extendida) y que se afiate en avivarse de los recursos y de las improntas, y que discierna entre un libro que juzgándolo muy bueno le provoca un placer módico o esforzado, de otro libro que juzgándolo muy bueno le provoca un placer intenso y oxigenante.


11: ¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?

—El vocablo industria le cabría a los sellos editores más bien monopólicos, ¿no?, multinacionales.


12: Si tuviera que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento, novela, etc., ¿cuáles recomendaría?

—Ciñéndome a unos pocos títulos, invito a toparse con éstos (no tan difíciles de adquirir, creo):
“El instante propicio” de Rafael Beláustegui, cuentos, Sigmurg;
“Op oloop” de Juan Filloy, novela (tengo la primera edición, de hace mucho, pero se ha reeditado);
“De un día a otro” de Ricardo H. Herrera, ensayo, Grupo Editor Latinoamericano;
“Lo cierto” de Diego Viniarsky, poesía, Ediciones Perse (escritor argentino recientemente fallecido, a los 40 años, a consecuencia de un accidente automovilístico).


13: ¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios, cibernéticos, revistas virtuales, ñusleters, blogs, etc.?
—Si de acceder a lectores se trata, a lectores es a los que se tienta con la instalación de textos en las diferentes propuestas en la Red.


14: Por último, ¿quiere usted agregar algo?

—Éste, Gustavo, es un buen sitio para instar a los ensayistas a una labor orgánica, partiendo del análisis de las poéticas de los autores argentinos contemporáneos. Verdaderos análisis y articulaciones. ¿Te sumás a mi inquietud?





*




















Federico Skliar-Argentina/Noviembre de 2015



León gieco
De  santa fe  un  dia a buenos aires llego  teniendo  la  magia  divina de regalarnos  rock and roll  acústico  en sus comienzos en un hombre de hierro  se transformo  siendo la conciencia social de cada  nacida  canción duende  y  provinciano  supo  hechizar  a  cuanto  publico fuera  a  verlo  una tarde  tocar  con  la  guitarra y la armonica  y  una voz  ronca  especial sus  discos marcaron un camino  en la  escena musical  solo le  pidió  a dios ser una leyenda del rock  y   desde  el blanco y  negro  un dia solo empezo  y  en las remeras extampadas  su cara  y  su  guitarra estan  en cada  fans que siempre  paga  una entrada  para  verlo tocar  gente  que avanza  lo  suele aplaudir rompiéndose las manos  de principio hasta el final pero seguro siempre estarán  los  pensamientos en  el quedaran  de  santa fe un dia a buenos aires llego  con  el  talento que un dia  desde el cielo  le presto un  dios

Luis Tulio Siburu-Argentina/Noviembre de 2015



 SORPRESA EN UNA FERIA AMERICANA

Hola, soy la Tota. Estoy ansiosa. Siempre me había llamado la atención esa esquina de permanentes persianas bajas, “la casa de las mujeres solas”, como le dicen los vecinos. Más de una vez – cuando camino hacia la parada del 60 y paso por allí imaginando a sus inquilinas – me viene a la mente aquel comentario de Calvino sobre la turinesa Clelia de la novela de Pavese…“El personaje más hermoso de un escritor que no creía en los personajes es justamente la Clelia de Entre mujeres solas, esa mujer amarga pero aun con ganas de conocer los vicios y valores de la sociedad que la rodea... Clelia c’est moi, podríamos decir con Pavese…”.
Pero dejémonos ahora de recuerdos de lecturas y vayamos al grano, que en éste caso es la aparición de un cartelito que trata de ser pequeño y discreto en ese cartón pegado con cuatro chinches a la puerta donde viven la Beba y la Chola, pero que se convierte en un gigante comunicacional en el boca a boca de las señoras en el minimercado chino y en la larga cola del pago de servicios del Provincia.
Gran feria americana el domingo 8, rezaba. En letras más chicas, para ahuyentar a los especuladores, se leía: “sólo efectivo, no se aceptan tarjetas ni tampoco hay canje”.
Acontecimiento en el barrio, donde se ve poco este tipo de eventos de venta de ropa usada, al menos en las diez cuadras a la redonda, donde sólo se habla de tiendas de vintage – forma estética y comercial de llamar a las prendas de segunda mano que venden en los emprendimientos con vidriera a la calle  - porque las conocieron paseando por Palermo Soho o San Telmo, donde es la última onda, aunque ahora tengan nombre y local propio con potentes sahumerios y no son un revoltijo con olor a humedad de telas que se mezcla con el de cebolla que viene de la cocina de la casa que recibe a los invitados de las ferias americanas.
Voy a tener que hacerme tiempo para preparar bien lo que llevaré, no es cuestión de que estas brujas me tilden de cualquier cosa menos de los que soy, una dama.
Quizás pueda ubicar la ropa de mi hermana fallecida, que mi cuñado me pasó con la excusa de “se me caen las lágrimas cuando la veo”, aunque yo estoy segura que se las sacó de encima por la llegada de la cajera del Coto a sólo dos meses del sepelio.
También hay en el placard modelitos que han pasado de moda y que el Beto me ha dicho que no quiere ya que me los ponga. Él no da razones pero seguro que su pedido obedece a los rollitos que se marcan debajo de mi cintura.
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Ya estoy dentro de la feria, emocionante. Creí que nunca  llegaba el domingo. Preparé pastelitos de dulce de batata para la merienda de mi marido y le dije que vea todo el fútbol que quiera, que yo me tomo la tarde. Hoy vintage para todas. Era hora de un poco de independencia.
Hay seis mesas muy grandes en el patio y jardín traseros de la casa, como esas que se arman para los asados familiares. Cada participante tiene un pequeño espacio reservado donde tira sus pilchas con el precio puesto con un alfiler de gancho.
A mi lado veo que la bruta de la gallega de la panadería trajo un culote bordado que debe ser de la época de la revolución española y además un calzoncillo largo del Jesús porque pensó que la cosa era unisex, ya que el cartelito de invitación no aclaraba los rubros.
Le digo que me avise si alguien quiere algo de lo mío y me voy a chusmear lo ofrecido. El Beto estaba dulce y me dio cuatrocientos pesos, aunque dijo que traiga el vuelto. Va a esperar sentado, hoy me enfermo de consumismo y no le hago asco a nada.
Elegí una blusa violeta que hay que ajustarle una manga pero es solucionable; un chemise a franjas blancas y negras con una pequeña costura en el traste que ni se ve; una parka azul media descolorida que aun sirve para cuando llevo temprano en invierno a la nena hasta el colegio y un par de sandalias marrones trenzadas que habría que ponerle tapitas en los tacos. Me quedaban preciosas y aunque tengo algunos kilos más que la gata que me las vendió, creo que aguantarán porque si soportaron las caminatas de esta loca, seguro que deben ser fuertes. Me faltaban $ 40 pesos pero me dijo no te preocupes, que cuando me lo cruzo al Beto en el subte se lo pido….que hija de puta ¡¡¡…me clavó la espina.
Cuando llegué a casa entré por la puerta de atrás para que mi marido no me vea con los bolsos y empiece a preguntar. No hubo problema, estaba allá adelante gritándole Clemente al arquero Cherini por los goles que se come.
Tranquila en la habitación, pongo todo sobre la cama y reviso, no vaya a ser que tuvieran problemas que yo no había notado en la feria.
Parece estar todo bien, al menos mirado desde afuera. Frente al espejo me vuelvo a probar la parca. Pienso que si la llevo al ponja de la vuelta algún secreto debe tener para que la haga resistir un buen teñido en negro, que ahora está de moda. Hasta le puedo agregar esos botones dorados con el ancla que tanto me gustaban cuando tenía veinte…
Meto las manos en los dos grandes bolsillos por si se hubieran roto  en su interior y noto que entre la tela y el forro toco algo así como un papel doblado. Me la saco, con una tijerita corto algunos hilos del dobladillo y logro extraer lo que tocaba. Qué sorpresa…, una carta. Me tiemblan las manos al abrirla, de puro chusma, en realidad no la juno a la rubia que me la vendió. Leo despacio, la letra me parece conocida…”Rosita, la pasé fenómeno, podemos hacerlo otra vez en el Ruta, si es posible un jueves a la tarde, cuando la Tota se va a yoga, sé buena, llamáme…Beto”.
………………………………………………………………………………………………..
Beto no alcanzó a ver el empate de River, se enteró por los gritos del vecino. La sandalia trenzada entró justo por el símbolo de TVP y el aparato explotó más que la hinchada. Y eso que al taco le faltaba la tapita.

Alicia Scordomaglia-Argentina/Noviembre de 2015



INANICIÓN

En el fragor de la batalla
 te recuerdo.
Desestimo a tiempo
cualquier intrascendencia.
Lucha voraz, pretenciosa,
sin descanso…
Inmoral inanición
de la consciencia.
Entre mis manos
aprieto tus palabras,
y tu pasión,
se enreda entre mis piernas.

Agustín Alfonso Rojas-Chile/Noviembre de 2015



UN AMIGO
Con amigos como éste amigo
¿Para qué quiero enemigos?

Al galope, las sombras de la noche se acercan desde el océano. El sol escapando de la oscuridad, se oculta lentamente tras el horizonte envuelto en el rojo carmesí de las nubes. Desde el mar se levanta una mojadora llovizna, envolviendo con su manto gris la exclusiva comarca. Sólo se escucha en el silencio de aquel húmedo atardecer, el murmullo del mar al lamer las suaves arenas de la playa privada, llegando atenuado a los oídos del enigmático visitante. Hay varias viviendas en el condominio, al interior de un bosque de pinos, cipreses y otras especies, hermosos jardines rodean los senderos adyacentes.
            El hombre empinado en la punta de sus zapatos, sujeto con la yema de los dedos al alfeizar del ventanal, ubicado más alto que su estatura, a través de los vidrios escudriña el interior de la vivienda. Pronto abandona su incómoda posición. Rodea la casa, manipula la cerradura y ésta cede; finalmente entra. Conoce bien la distribución de muebles y ornatos. Con sigilo, en medio de la oscuridad, recorre el largo pasillo que lleva a la escala de acceso al segundo piso. Allí están ubicados los dormitorios. Sube con precaución, lentamente. Transpira copiosamente. Las piernas le tiemblan, sin embargo, va decidido.
            A su paso coge desde una mesa de arrimo, un pesado “Buda” de bronce, que usará como arma, si es efectiva la información que semana a semana ha llegado a su Blackberry:
            -Los miércoles a las 19 horas, Mariela recibe en tu casa al primo Manuel y éste se retira pasada la media noche….Un amigo.
Su trabajo como vendedor viajero le lleva por largos períodos lejos de su hogar. Esta vez su regreso estaba programado para el domingo siguiente. Sin embargo, dado el texto del mensaje, decide adelantar el viaje y enfrentar la situación de una vez por todas. Hoy es miércoles, y él va al encuentro de la verdad. Mira su reloj, son las 22 horas. En este momento el primo Manuel debe estar en brazos de ella. Sigue avanzando silencioso. Las venas de su cuello las siente henchidas de sangre. Su respiración se acelera mientras se acerca al dormitorio. Por la ranura inferior de la puerta se filtra un fuerte resplandor de luz. Apoya el oído a ésta. Se escucha una suave melodía. Un romántico bolero le llega desde el interior…Abre la puerta lentamente, con temor, odio y deseos de venganza. Con el Buda aferrado en su mano, termina de abrirla bruscamente.
            ¡Sí, ahí está ella, tendida en la cama! Sostiene en sus manos la novela “Cumbres Borrascosas” de Emily Bronté. La mujer sorprendida lanza un grito.
    -¡Me asustaste¡ Te esperaba para el próximo domingo. – dijo después que se hubo repuesto de la sorpresa.
     El hombre perplejo, deja el Buda sobre el velador, se acerca a su mujer, la besa suavemente en la frente, y se tiende a su lado sollozando. Mariela no logra comprender las lágrimas de José Ignacio.


Ascensión Reyes (Cuento)-Chile/Noviembre de 2015



NUNCA MÁS

     Caminaba presuroso por calle Urriola, faltaban dos minutos para el cierre de los bancos. Debías hacer un giro urgente, se agotaban sus finanzas.
Detenido en la esquina, esperaba al hombrecito verde del semáforo para atravesar la calle. De pronto, entre la gente que esperaba en sentido contrario, divisó un antiguo compañero de labores, digamos, de nombre Antonio. Siempre lo tuvo en mucha estima. La primera intención fue saludarlo, pero significaba que sus ingresos, se iban al traste. Con mucho dolor desvió la mirada, fingió no haberlo visto buscando algo en su maletín colmado de documentos. Prometiéndose, para el próximo encuentro, detenerse a conversar con él.
Dos días después, circulando por calle Esmeralda, en un kiosco de diarios, leyó la noticia. El fallecimiento de Antonio luego de una crisis repentina. Todavía se pregunta si era más importante aquella diligencia que lo privaba de recursos económicos por un día, o detenerse a conversar con alguien a quien nunca más podría ver.         

Ascensión Reyes (Comentario libro)-Chile/Noviembre de 2015



LA TÍA JULIA Y EL ESCRIBIDOR
DE MARIO VARGAS LLOSA – ESCRITOR PERUANO

     En esta novela, el leit motiv gira en torno a las vivencias del autor, la Tía Julia existió y posiblemente el escribidor también.
     Su lenguaje es sencillo y entendible, salvo algunos términos locales en los parlamentos de los personajes. Su trama no deja detalles al azar, abunda en adjetivación  y descripciones, no sólo de los lugares, sino de lo que piensa el narrador en primera persona.
Varguitas, es un estudiante de Derecho que vive en la casa de sus abuelos y al cuidado de tíos y de toda la familia, porque sus padres por razones de trabajo están radicados en U.S.A., sin embargo, el joven de I8 años, a pesar de su trabajo remunerado en Radio Panamericana, es menor de edad. Por aquellos años en que la emancipación o mayoría de edad era a los 2I años. Por lo tanto, el joven era dependiente de la voluntad de sus padres y de la familia.
     En los primeros capítulos aparecen historias, aparentemente, sin relación con la vida de Varguitas, el protagonista, dando la impresión de ser historias paralelas. Más adelante, estas intrigas noveladas, tendrán un cause dentro de la trama, confluyendo en ese nudo central que mantiene vivo el interés del lector.
     A casa de su tío Lucho, de la que es asiduo visitante, llega de Bolivia una agraciada cuñada del dueño de casa. Ella tiene la interesante edad que va desde los treinta hacia arriba, buena moza, recién divorciada y con pretensiones de encontrar marido dentro de la sociedad limeña
     A instancias de Varguitas, los dueños de la Radio Panamericana y también de la Radio Central, deciden traer desde Bolivia a un escritor y director de programas radioteatralizados, porque los que llegan son importados a Cuba y sus envíos, a veces, son descontinuados y crean un descontrol que la audiencia reclama y además su costo es altísimo.
     Cuando aparece el famoso Pedro Camacho, el escribidor de novelas para radioteatros, surge una suerte de embelesamiento por parte de los auditores, transformándose sus novelas, en una verdadera afición, lo que favorece la popularidad y las ganancias de los dueños de la radio.
     Mientras ello ocurre, Varguitas descubre en la tía Julia a la mujer que ocupa su pensamiento de hombre joven, y surge un sentimiento avasallador que no escapa a la percepción de ella, dejándose llevar por los efluvios románticos del muchacho, en corto tiempo.
     Pasados algunos meses, entre escaramuzas románticas que deben inventar para mantener este romance, 



Ascensión Reyes (Poema)-Chile/Noviembre de 2015



SÓLO

Vuela mi voz en tu busca
                      Ansiosa, recojo el eco.

Desde aquí…
                      Lejana, percibo tu sombra

Mi risa alegre, ilusionada,
                      cabalga en el viento

Otras risas la imitan
                      corriendo presurosas.

Engañada por la realidad
atesoro mi anhelo.
                     
Acongojada descubro que…

Sólo es verdad la noche
Sólo es real la alegría.

Rolando Revagliatti-Argentina/Noviembre de 2015



Susana Rozas: sus respuestas y poemas

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti



Susana Rozas nació el 30 de octubre de 1954 en Rosario, ciudad en la que reside, provincia de Santa Fe, la Argentina. Habiendo cursado el Profesorado en Castellano, Literatura y Latín, es Profesora Postitulada en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Rosario. Entre 1989 y 2015 ejerció la docencia en escuelas secundarias y profesorados. Impartió seminarios y presentó ponencias en instituciones y ferias del libro, coordinó talleres literarios y fue jurado en certámenes de su provincia. Ha sido traducida al catalán e incluida en antologías de la Argentina y México. Publicó las plaquetas “Astillas de poesía” y “Un resplandor de voz” así como “Caballo bifronte” (nouvelle en prosa poética, en co-autoría con Marcelo Juan Valenti, en 2003), “Polifonía” (nouvelle, en 2008), “Alternativas” (novela, en 2013); “El comienzo de la llamarada” (ensayos sobre Puig, Rulfo y Juarroz, 2009), “Laberinto de ficciones” (ensayo sobre la obra de Manuel Puig, en co-autoría con Ana María Serra, 2010); y los poemarios “Sin prólogo” (en co-autoría con Victoria Lovell, 1979), “El lado débil de la eternidad” (1993), “Las palabras no pronunciadas” (2000), “Hacer el olvido” (2015).



          1 — En 1953, a pedido de José Portogalo, quien estaba escribiendo para el diario “Noticias Gráficas” una serie de notas, José Pedroni le describe una estampa familiar de su niñez y adolescencia. ¿Puedo requerirte a vos, Susana, que nos describas una estampa familiar de tu niñez y otra de tu adolescencia?

          SR — Cuando cumplí cuatro años, mis padres se mudaron a la casa propia, mi casa natal. Él tenía un bar y mi mamá se dedicaba a nosotros y a mirar cuadros. Ella  cantaba. Su madre había fallecido debido al parto. Convivíamos con mi bisabuela. El barrio fue el primer continente, el que gesta hasta la marcha de la respiración. Desde los cinco años hasta los dieciocho, estudié en una escuela religiosa. Cofradía que me transmitió el germen de lo que después sería el puente a la adultez. Fui una niña introvertida cuya alegría era compartir las siestas y los secretos con mi hermano menor. Lamentablemente falleció a sus veintinueve años, herida que no sé si cerrará. Yo no fui de hablar mucho pero sí inquieta, entiéndase que me costaba un esfuerzo sentarme a ver televisión, esa novedad. Un sábado a la tarde escuché la voz de un muchacho que decía “que por doler me duele hasta el aliento”. Era Joan Manuel Serrat entonando a Miguel Hernández. Ahí supe que me iba a dedicar a leer y escribir.
          Al lado de mi casa hubo una librería en mi adolescencia (antes era un delicioso espacio con árboles frutales); pero la librería fue la fuente de mis primeras lecturas importantes. En casa había enciclopedias, biografías y lo que la escuela pudiera sugerir. ¡Pero yo estudiaba para Perito Mercantil! Así que comencé con los españoles, el ya citado Hernández, Antonio Machado, Federico García Lorca, también Pablo Neruda y todo lo que pudiera averiguar que existía. Nacía mi espíritu de investigación. Con el tiempo supe también que, al haber concluido la secundaria, ese mundo me expulsaba a la realidad. Nunca se sabe cuál es la realidad. Sin embargo, haber elegido la enseñanza con adolescentes, me pareció uno de los logros más valiosos, educar y aprender continuamente. Así que mi universo de lecturas nocturnas nunca se fue, transmutó, se flexibilizó, se expandió. Allí sigo, está en mí. La vida también me sorprendió ya que aunque no tengo un temperamento gregario, me sugirió un destino nómade. Me he mudado veintidós veces; y desde 2002 estoy asentada. Con respecto a mi casa natal, mis padres la vendieron en 1978. No puedo regresar y un espejismo me muestra que entonces era feliz, tema espléndidamente tratado por Marcel Proust en “El tiempo recobrado”.

         
          2 — ¿Cuáles fueron las marcas dominantes, positivas y negativas, del período de tu formación?

          SR — El  profesorado me dio lo que estaba necesitando, que era “método”. Un método desde donde arribar la literatura. Antes había estudiado Relaciones Públicas, es decir, siempre las lecturas, los libros entraban en el territorio del placer. Y eso continúa. Ejercer la docencia me instruyó en esa patología que trae la denominada vocación; en mí se reveló después de estar ejerciendo. Los estudios posteriores me permitieron categorizar, priorizar, poder ver los universos que convergen en la palabra. Las ramificaciones, los rizomas bibliográficos se expandieron, fue un enriquecimiento. Alcanzar desde otros lados las  palabras. Así fue como, en algún momento, trabajé en la Escuela de Orientación Lacaniana, motivando a los pacientes desde el área escritural. En 2009 me llamaron de la Facultad de Psicología para formar parte de un grupo cuya investigación se centraba En el nombre del padre; por supuesto, mis aportes siempre estuvieron enmarcados dentro del espacio de lo literario. Exploré la paternidad en “Pedro Páramo” de Juan Rulfo; la novela ofrece frondoso material, debido a la categorización de los hijos, especialmente la orfandad. Luego, busqué modelos más actuales y con respecto a la ausencia del padre, llegué a Manuel Puig [1932-1990] y “La traición de Rita Hayworth”. Escribí algunas ponencias relacionadas con el entorno político de la Argentina. Y me relacioné con una profesora que me propuso asociarnos para el análisis de las ocho novelas de Puig. No se puede obviar que “Pubis angelical” es la primera novela feminista. Concluida la elaboración, publicamos el volumen “Laberinto de ficciones”. Un mundo mágico y glamoroso.
          No sé si hay marcas negativas, sé que nunca tomé examen si no era a carpeta abierta; me interesa que los alumnos (especialmente en el terciario, donde se preparan para ser profesores) sean capaces de razonar y de crear.


          3 — Ni lo que solemos denominar “performances”, ni la actuación teatral, ni la locución, te son ajenas.

          SR — Bueno, estos terrenos que encubren la exposición del cuerpo más que la letra escrita donde nos escondemos, me han ofrecido experiencias diversas, situaciones dispares. Cuando hice una prueba para actuar en “Saverio, el cruel”, de Roberto Arlt, me fue fabuloso. Aclaro que no soy buena actriz, sólo puedo hacer de mujer cruel. Lo que me resultó extraño a cualquier vivencia, fue la adrenalina con que se vive en el ambiente teatral. Hacíamos dos funciones los sábados. Fue maravilloso. Cuando comenzaron a superponerse las fechas, los horarios de ensayos con los exámenes, dejé el teatro y seguí estudiando.
          En cuanto a la radio, trabajé como locutora publicitaria, pasando las tandas. Así era antes del auge de las FM. Había que hablar muy bien, saber coordinar el tono correcto. Nada de improvisar. Tiempo después tuve un programa en FM sobre temas de la cultura, y ya en 2004 acompañé al poeta Armando Raúl Santillán con un  bloque que iba los jueves, efectuando algún reportaje. Me reencontré con Juan José Hernández [1931-2007], con quien había estado unos años antes en su departamento. Siento una profunda admiración por su obra; por trabajar con la parodia y la ironía de forma refinada, elegante. Cuando le comenté que enseñábamos literatura en 2º año con cuentos suyos, se horrorizó entre risas: “¿Cómo pueden hacerle leer mis cuentos a un adolescente?”. De esa etapa guardo recuerdos fuertes; y una foto de J. J. Hernández y Alejandra Pizarnik cuando reciben el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires: ella en poesía y él por sus relatos. La radio es un medio magnífico y la relación que se va estrechando con el micrófono permite un modo de expresión: soltar la voz con vida propia.
          Con respecto a las performances, fue el principio de todo este recorrido, aún antes de publicar un poemario. Habíamos formado un grupo que llamamos Ixión. Éramos cuatro poetas (jovencísimos): tres compañeras del profesorado (de ahí el nombre hallado en el diccionario de latín) y un estudiante de psicología (todos nos recibimos); había una acompañante en flauta y Carlos Luchesse, que se convertiría en el mejor percusionista de mi ciudad. Recitábamos poemas con melodías adecuadas al texto. Lo más importante, sin embargo, fueron otros detalles: el montaje y habernos presentado el día en que Jorge Rafael Videla visitó Rosario, a causa del Mundial ’78. Habíamos provisto la sala (en un teatro) con candelabros de latón y velas, no usamos electricidad; detrás del escenario hervía una olla con eucaliptos —no se comercializaba el sahumerio—, y recibíamos al público con copas de vino. Un ambiente donde se despertaban los sentidos y se homenajeaba la poesía. Presentamos ese espectáculo, “Permeón, el camino de la poesía”, unos meses después en la Sala de la Pequeña Muestra, que pertenecía a Armando R. Santillán. Años después, con la artista plástica Marta Greiner realizamos una performance, “Poesía de lo efímero”, donde también nos acompañó Carlos Luchesse, coincidencias que nos regala la vida. Con una caja de luz donde depositábamos poemas, todo en un papel de transparencias dando ilusión por lo sutil. El sonido era suave, hecho con metales. También estuvo Marcelo Juan Valenti y el dibujante Max Cachimba. Al año siguiente, Marcelo y yo presentamos de ese modo nuestra novela a cuatro manos: “Caballo bifronte”. En cuanto a una performance titulada “Donde crece el silencio”, participamos dos poetas. Aquí el eje estaba puesto en lo visual, la ropa, los objetos. Guitarra de Carlos Casaza y un homenaje central en rojo y algo de negro hacia García Lorca, de parte de mi compañera, y por mi lado, a Miguel Hernández. Eso sucedió en 1983.
          Las performances me dan mucho placer; es más: intento eso cuando presento los libros. La más parecida a una producción de esa índole fue la realizada por “Laberinto de ficciones”. Respetando la época en donde se plasma especialmente la literatura de Puig y los años dorados de Hollywood, la poeta Clara Rebotaro, quien me acompañó, lució un traje varonil blanco y corbata, tipo Marlene Dietrich y, por mi parte, intenté una Hedy Lamarr. La sala tenía arreglo para cine y Leandro Arteaga proyectó fragmentos de “Gilda” (Rita Hayworth), “El beso de la mujer araña”, un reportaje a Manuel Puig y una escena de la obra del chileno José Donoso [1925-1996], “El lugar sin límites”. Al público que llegaba se le regalaba un lápiz labial (por “Boquitas pintadas”) y una copa de licor (rojos y verdes). La música fue la recopilación de tangos y boleros que Puig intercala en los capítulos de sus obras, y también de la canción “La distancia” interpretada por el brasileño Roberto Carlos, ya que es el fondo donde se sitúa su novela “Sangre de amor correspondido”. Clara Rebotaro fue invitada para hablar acerca de las locuciones y giros cotidianos propios de esa época, ya que es contemporánea a Puig. La presentación se produjo entre las diez y las trece horas de un sábado; el impacto entre el ambiente y el mediodía rosarino fue portentoso. Una nota que reproduje en el blog de “La anémona vidente”, realizada por la periodista Eleonora Marín, da constancia de este hecho. Te cuento que tanto Clara como yo nunca nos informamos sobre el atuendo. Una vez más Roberto Juarroz se me presentó por su frase: “El azar es siempre una mano más segura.”


          4 — Fuiste seleccionada en un concurso de Afiches por los Derechos de la Mujer. Pintás, creo. Y has expuesto Arte Correo.

          SR — Sí, en 1997 hasta el ‘99 inclusive, tomé clases de dibujo y pintura con pastel. Una gran sorpresa, porque no se usan pinceles, los dedos hacen todo. Trabajé mucho y me gustaba, un día el profesor trajo la invitación a participar en el concurso de Afiches. También fue él quien envío los trabajos. Sólo éramos dos alumnos. Los docentes hacemos esas cosas, como alumna no lo hubiera presentado nunca. No gané, pero haber sido seleccionada me conmovió.
          Ahora, este año estoy pintando con óleos y siempre acrílico; soy mejor dibujando. Todo esto que hago es como mail art. Empecé cuando Marcelo Juan Valenti me trajo una propuesta, a partir de cómo a cada uno le resonara el título “La condesa sangrienta”. Me entusiasmó, recuerdo haber hecho lágrimas de sangre con pétalos de malvón. Se envía por correo…, así que el original se fue pero eso no importa, lo que sinceramente vale es estar produciendo sin palabras, un recreo. En 2010 me llegó el catálogo de la Tercera Edición Bienal de Poesía Experimental de Euskadi. Y luego, varios de exposiciones. Lo mágico es que, por lo menos en mi caso, ni bien llevo el sobre al correo ya está, lo disfruté. Me encanta el collage y creo que aprendí en este tiempo.
          Otra de las bifurcaciones fue trabajar con objetos intervenidos; hice varios, pero el que más me estimuló y cuyo resultado me satisfizo fue una convocatoria titulada “Corpiños”. Me valí de uno de una amiga; más bien grande, lo decoré con hojas, flores y bastante pintura, desde las más ingenuas, pasando por el dorado y arribar al otoño. Lo titulé “La edades de Clara-Eva”.
          También adopto las mixturas con la literatura, y de esa manera, en 2006 he hecho plaquetas, un tríptico que se llamó “Biografía”, en sobres artesanales estampados entre hojas y flores del herbario y tinta, difundiendo una prosa poética. Lo hice en adhesión al Segundo Congreso de Poesía Latinoamericana, organizado por René Villar, en Mar del Plata.


          5 — Participaste, cuatro años después, en el XIV Encuentro Internacional de Poetas en la ciudad de Zamora, Michoacán, México.

          SR — Una experiencia brillante e inesperada. Viajé junto al poeta Gustavo Tisocco. Nunca había participado fuera del país y me sorprendió la camaradería que se produce entre los poetas en esa convivencia, no sólo literaria sino que surgieron espontáneas coincidencias, expectativas. El nivel de los poetas latinoamericanos, en esa oportunidad, fue muy elevada. Conocer parte de México, maravilloso. El color y la historia penetran en el ánimo, pude escribir. Se impusieron otros parámetros y modalidades, el humor y las canciones. En un marco distendido, la disposición de Roberto Reséndiz Carmona, el organizador del evento, fue ideal. En los días en que me alojé en el Distrito Federal, vino a visitarme la poeta Carmen Amato, con quien nos conocimos en Mar del Plata con motivo del Primer Encuentro Latinoamericano de Poesía. Ella me llevó a conocer Cuernavaca, y fue así que paseamos por el Jardín Borda. Le dije: “Acá voy a presentar el libro sobre Manuel Puig”, y en efecto, allí en 2011 presenté “Laberinto de ficciones”. Por cierto, lo más significativo es que aún se conservan algunas admiraciones y amistades. Eso es impagable.


          6 — En co-autoría con Maira Máscolo, en 2010, se difundió “Interiores”, narrativa en CD. ¿Prevén editarlo en soporte papel? ¿A qué interiores aluden?

          SR — El CD está conformado por dos partes. La primera se llama “Interiores” y consta de cuatro cuentos y un tango de Maira Máscolo, con prólogo mío. Y esos interiores aluden a lo más turbio de la personalidad. Mi sección, titulada “El pentágono de Bajtín”, son cinco cuentos unidos por la teoría crítica del lenguaje, el planteamiento de Mijaíl Bajtín [1895-1975]: "Hablamos con nuestra ideología (nuestra colección de lenguajes, de palabras cargadas con valores)”. Son ficciones concebidas con delectación, desde ese dicho: somos lo que leemos. No hay proyecto para llevarlo al papel, quedó todo ahí, surgió espontáneamente y el trabajo dual fue más que satisfactorio, pero ya está.


          7 — Eduardo D’Anna es el autor —estudio y prólogo— de “Capital de nada. Una historia literaria de Rosario (1801-2000)” (Editorial Identydad, 316 páginas, 2007), en el que has sido incluida.

          SR — Para mí fue una sorpresa recibir la invitación para la presentación de este volumen que trasunta una investigación concienzuda, comprometida, respecto a publicaciones de mi ciudad. Transcribo de la contratapa: “Más de 500 nombres y referencias a más de 2000 obras literarias constituyen el contenido de este libro, de consulta indispensable para cualquier interesado en la cultura de Rosario”.


          8 — Otra propuesta se materializó en otro volumen, en 2008, y de ella sos la compiladora y prologuista: “Hybris”, poesía póstuma de René Villar (1964-2008).

          SR — En 2004, cuando viajé a Mar del Plata para participar en la Marathónica, cuyo lema era “Cuando cese la noche”, línea de César Vallejo, conocí a René Villar e inmediatamente nos unimos como pareja. Me interesó de una manera recóndita su concepción poética: su elaboración para ser dicho el poema, su plasmación para la lectura individual. Su muerte fue rápida, enigmática y radical en mi vida. Generador de tantos espacios artísticos, y que tenía editado un sólo poemario: “El canto de la mujerosa”, que prologué con un texto denominado “Funámbulo de la palabra”. Teníamos como proyecto armar una editorial —“Del pasaje”—, y estaba en edición mi nouvelle “Polifonía”. El impacto de su ausencia me hizo olvidar todo, llegó el libro y dejé que quede así, sin presentación.
          Entonces una fortaleza mágica, quizás, me llevó a empeñarme en buscar sus plaquetas. En Rosario él había ofrecido un recital llamado “Hybris”, con exposición de poemas objetos escritos, y trabajos con pinturas y collages realizados por él en tan sólo un mes. Armé un volumen y lo titulé como a su presentación, lo prologué. Ahora, han pasado siete años y puedo hablar de esto. El tiempo cercano a su muerte fue impregnado por la dolencia (que siempre resulta impotente y creemos infinita) y no tuve la fuerza de espíritu para asumirlo de inmediato. “Hybris” está agotado; ya ronda la idea de la segunda edición ampliada. Hay algunos amigos que tienen otras plaquetas de las que él colocaba en cada mesa de los ámbitos públicos de lectura y estoy efectuando una nueva recopilación. Este año pude publicar “Hacer el olvido”, un largo lamento a su ausencia. La Fundación de Poetas continúa con sede en la bonaerense ciudad de Mar de Ajó, y todos los noviembres se realiza una Marathónica. También mantuve la revista virtual de Villar, “La Anémona Vidente”, durante dos años, desde el 2008. Y esta labor me pareció determinar un territorio entre Villar y yo.
          Como una cierta vuelta al inicio de lo que voy trasmitiendo, me agradaría compartir un breve texto de Marguerite Yourcenar, que incorporé en la contratapa de “Las palabras no pronunciadas”: “He soñado mis sueños; no pretendo que sean más que sueños. Me guardé muy bien de hacer de la verdad un ídolo, prefiriendo dejarle su nombre más humilde de exactitud. Mis triunfos y mis riesgos no son los que se cree; existen glorias distintas de la gloria y hogueras distintas de la hoguera. He llegado casi a desconfiar de las palabras. Moriré un poco menos necio de lo que nací”.


          9 — ¿Hay por allí algún libro que preveas editar?

          SR — No lo hay. En realidad, nunca preparo un libro y espero. Viene la oportunidad y extraigo de la computadora lo que ya está corregido. Tengo pendiente un volumen de cuentos desde 1993, con varios intentos fallidos. Estoy elaborando una ponencia sobre “La carta como recurso de estilo”. Y se está extendiendo porque en mis lecturas va apareciendo cada vez más bibliografía para aportar. Lo aplico en el Taller con mis alumnos —cuyas edades van desde los quince a los sesenta años— y escucho sus opiniones y observaciones.


          10 — Has ido mencionando a un poeta —y también galerista— santafesino al que has tratado, imagino, bastante: Armando Raúl Santillán (1929-2013). ¿Quisieras ofrecernos una semblanza de él y de su poética?

          SR — Sí, ha sido una amistad de cuatro décadas, alimentada lentamente. Armando fue una persona muy importante en la cultura de la ciudad, por sus conocimientos, sus contactos, su gusto. Estaba en todo evento, no sólo de literatura y pintura. Hemos compartidos lecturas, películas, música y también domingos en casa de Clara Rebotaro. A su galería se acercaban toda índole de artistas: Marco Denevi y Ernesto Sábato, entre los narradores más reconocidos; Pedro Giacaglia y los plásticos y escritores de Rosario. Esencialmente era un difusor y un compañero para la conversación y el intercambio de opiniones.
          De su poética puedo acercarme con sus propias palabras, los últimos versos de “Poema con perfil nunca elaborado”: “Ahora marcho a decir por esta aurora, / no me arranquen el temor / de lo vivido, no me duelan la injusticia / de lo amado. / Que llovizne / sembrando con mis manos / los secos brotes de malvones, / sobre la casa triste, / que nunca pudo superar / mi infancia.” Así lo evoco. Y lo extraño.


          11 — ¿Qué alternativas muestra u ofrece tu “Alternativas”?...

          SR — Es una novela breve cuyo tema fundamental es la crisis de los cincuenta años en dos hombres. El título juega con la polisemia que depara el vocablo, ya que se refiere a las posibilidades de seguir o quebrar caminos. Uno de los personajes pasa de ser un psicólogo ortodoxo a implementar medicinas “alternativas”. Y entre otras ramificaciones, la nostalgia de los años juveniles.


          12 — ¿Artistas plásticos, cineastas, narradores?

          SR — Siempre estoy cercana a las artes plásticas, recorro museos, estudio un poco; pero fundamentalmente es como una herramienta en mis clases de escritura. Hay cuadros que cuentan historias, otros que derraman pinceladas de sentidos. La imagen es un motivador desmesurado. Para nombrar alguno, más allá de los clásicos, ahora estoy trabajando con cuadros de Edward Hopper. Fijate, Rolando, que “casualmente” una de sus pinturas inspiró la casa de “Psicosis”. ¿Ves?, esa película de Alfred Hitchcock la he visto innumerables veces. (De chica me había enamorado de los cuadros de Utrillo y creo que de él también. Fue la primera biografía que leí.) He tomado pequeños cursos de cine, nada más que para aprender, y tengo un listado variopinto de films que me atraen: cito uno: “Los sueños” de Akira Kurosawa. También elijo las películas por las actuaciones: Daniel Day-Lewis me parece el más maleable de los actores. Me entusiasma lo que hace Rebecca Miller (esposa de Day-Lewis e hija de Arthur Miller y la fotógrafa Inge Morath), guionista y directora de cine, actriz, pintora y novelista.
          Fui formada en literatura latinoamericana y mis trabajos finales en cada carrera han sido sobre Juan Rulfo y luego Juan Carlos Onetti (quien me enseñó el uso de la adjetivación comprometida con el texto). Pero más allá de Faulkner, Henry James, Milán Kundera, Yourcenar, Roberto Bolaño, Yasunari Kawabata, que están dentro de mi categoría de relecturas, los últimos descubrimientos fueron, apenas por nombrar a algunos, Irène Nemirovsky, J. M. Coetzee, Alessandro Baricco, Sándor Márai, Doris Lessing.

         
          13 — En 2005 dictaste un seminario, “Imposturas de las tramas”, sobre la obra de la gran Silvina Ocampo (1903-1993) en el Centro Cultural “Villa Victoria Ocampo” de la ciudad de Mar del Plata. ¿Cuál fue tu enfoque, los ejes principales?

          SR — El grupo estaba integrado por escritoras. Participaban la poeta de México que ya nombré, Carmen Amato, y Leticia Ruíz, de Puerto Rico. Para ellas, Silvina —de quien sólo me aboqué a su obra narrativa— era una novedad reveladora, y terminado el curso fueron a las librerías a buscarla. La idea de elaborar un trayecto con respecto a la extensa y heterogénea producción de Silvina Ocampo, surgió de la necesidad de articular los conocimientos que se podían transmitir, ya que la autora innovó desde el ámbito semántico tanto como desde la estructura formalista. Si algo justifica su vigencia es la perdurable gravitación que poseen para la imaginación infantil las voces que cuentan los cuentos. Esto acerca al relato con sus raíces populares para encontrar una sintaxis más próxima a la del sueño y del recuerdo que a la linealidad del discurso comunicativo.
          Me basé en el artículo “Tesis sobre el cuento” de Ricardo Piglia: Primera Tesis: Un cuento siempre cuenta dos historias. “El cuento clásico narra en primer plano la historia 1 y  construye en secreto la 2.” Segunda Tesis: “La historia secreta es la clave de la forma del cuento y de sus variantes.” El eje fue desprendiendo otras ramificaciones, como la inclusión de lo kitsch, la evolución y desdoblamiento de los narradores en el mismo texto, el corte social, la perversión en la infancia. Nos valimos, además, del ensayo “Sobre los recuerdos encubridores” de Sigmund Freud. Los textos analizados de la Ocampo fueron: “Cielo de claraboyas”, “El impostor” y “Las fotografías”. Y concluyo esta respuesta con una frase de Silvina que me impacta: “No queremos a las personas por lo que son, sino por lo que nos obligan a ser.”


          14 — Fritz Perls, entiendo, es el autor de la oración de la Gestalt: “Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo./ No estoy en este mundo para llenar tus expectativas./ Y tú no estás en este mundo para llenar las mías./ Tú eres tú y yo soy yo./ Y si por casualidad nos encontramos es hermoso./ Si no, no puede remediarse.” ¿Comentarios... o, acaso, una “oración” de tu autoría?

          SR — Como expresé en renglones anteriores, mi acercamiento al pensamiento de Mijaíl Bajtín me hace comprender que somos una cadena de voces, nada es tan personal. No puedo adjudicarme ningún pensamiento propio, lo que es propio es el modo en que la experiencia nos lleva a producir.


          15 — ¿Cómo afecta tu obra el mundo de los sueños? ¿Tomás prestado o trasponés el contenido de tus sueños o ensoñaciones a la literatura?

          SR — El mundo de los sueños es el germen de la mayoría de los cuentos y prosas poéticas, es algo tan inconsciente que el mecanismo se me escapa, pero no lo sabría traspasar sin filtrarlo por la literaturidad que da la escritura. Lo más atrayente es la función estética que indulgentemente aporta. El estallido inimaginable de sinestésicas emociones.


          16 — ¿Te sentís vinculada a la estética de una generación o grupo literario?

          SR — Realmente no; quizás otros al leerme encuentren afinidades porque los autores tenemos la posibilidad de cambiar permanentemente; los grandes que han marcado camino nos han legado un estilo, una ruta necesaria para la formación en nuestra condición de lectores. En un comienzo atino a entrever una adhesión a la poética setentista con el verso libre y una protesta camuflada en mi caso, pero luego vinieron otros descubrimientos y en la actualidad me apoyo en mis textos para partir de allí y alumbrar otras voces.


          17 — ¿Cómo juzgar la autenticidad de un poema? ¿Cómo juzgar la validez de un poema?

          SR — Entiendo que el arte poético tiene alguna normativa, especialmente en el ritmo y la estructura. Hay poemas que son buenos y a veces no logran conmoverme, porque les falta la pulsión, el desprendimiento del autor. El dejar todo allí. Al trabajo, al oficio hay que sumarle el misterio. Y a la manifestación volcada desmesuradamente hay que atraparla con la estructura que corresponde a cada argumento.



*


Susana Rozas selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:



De la serie inédita “Enramadas”


I

Vuelvo en un despojado espejismo
         con tu linaje de silencio
       con la confesión del paraíso y el ciprés
         —los árboles pregoneros de infancias—.
Así
 sentada en la umbría viudez de las esperas
 sé que estás     viva
      en el rostro somnoliento
      de mis devotos insomnios.
…………………………..
Como un campanario del cementerio
evocado en otros campos.



*


II

Trajo el vientre en el poema
sin voz ni sangre desperdiciada,
indiferente a Dios,
advirtiendo en un crepúsculo
una obra
una oración
            una perenne orfandad

              sin arrojo
               para develar secretos
                quirománticos futuros;
 después                                      
                           nosotras los  concebimos.



*


III

Una entelequia         era quedarte
por eso elegiste la muerte
sólo una metáfora abierta
en el vientre,
en la herencia zodiacal
de nuestras mujeres.

Te busqué,
sin elevar la voz
sabiendo que tu olor
de misteriosa desolación
y tiempo esclavizado
me encontraría
descubriéndote en la música
que volabas cada mañana.
e ingenuamente
te sobrevivió.



*


IV

Juntábamos hojas
para guardar en los libros
en ese otoño indestructible
de sus manos
—venas del color de
mi ropa de estudiante—;
voz apagada de ramas
de tierra y lenguaje parco.
………….
Ella tenía su propia Pascua
como una vestal de fuego
consagrada a la continuidad
de estas sacerdotisas
que multiplicamos ramas.
………………………..
Juntábamos hojas
diametrales en el piso
para indicar el otoño perdurable,
en que nos cubríamos
de adolescencia     y senectud.



*

V

La abuela
dormía cubierta entre las gasas negras
de sus faldas;
las mías, de colores
prorrogaban entre las almohadas y los pañuelos que
cabalísticamente o por costumbre,
permanecían allí.

Pañuelos cerca de las manos
debajo de las almohadas
para que las urgencias del sueño
nos encontraran provistas de armas
de tela batista, bordadas, empuntilladas.

Y nuestras espaldas
beligerantemente impasibles
se miraban
desde el territorio
propio y finito
de  cada cama, cada suspiro       y un sino
bailoteando en los mosaicos encerados.



*


VI

Una suerte de chubasco
atormentado y quieto
como un arco iris del siglo pasado.

La clave que rememora
Tu llegada
Igual a una estación derrumbada
de cronología.

Sólo lo revive
la impasible zona de silencios con música
esparcida
en  la alfombra
al amparo
detrás de la puerta /  siempre allí
inmaterial y constante.



*


VII

Ella está en el cuarto aséptico
desmemoriado de blancura
destejiendo el crochet
que improvisa
con la mirada en la hospitalaria hiedra
construyendo una variedad turbia
desde donde nos abandona
en una cronología apócrifa.
…..
Ella está entramando
la historia oscilante
donde nos transforma en abalorios
en hilos y olvidos.
….
Ella teje otra forma
para apartarnos doloridos o inocentes.
Nos excluimos
acariciando sus manos
que pierden músicas, letanías,
dejándonos el aroma como una maldita
y certera brújula que nos indica
dónde quedará,
                              habitante de la misma piel.

Acariciamos sus manos
que van deshilando
nuestros años; viaje inmemorial donde nos perdemos:
esa piel que nos quema al tacto
la misma que nos dio la bienvenida;
esa piel que forma  parte de la nuestra…
despedida queda, mansa con la imposibilidad de rescatarla, ya de arena,
de humo, de agua.



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Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las Ciudades de Rosario y Buenos Aires, distantes entre sí unos 300 kilómetros, octubre de 2015.


*