sábado, 21 de mayo de 2016

Federico Scarani-Uruguay/Mayo de 2016



VARIACIONES SOBRE EL ENSAYO


“De ellos me sirvo, en efecto; casi como aquellos que los desconocen; disfruto como los avaros de un tesoro, para estar seguro de que gozaré cuando me plazca; mi alma halla el contento y la calma con ese derecho de posesión. Ni en tiempo de paz, ni en época de guerra dejan los libros de acompañarme, a pesar de lo cual se pasarán muchos días y hasta meses sin que yo de ellos eche mano; los leeré dentro de un momento, me digo, o mañana, o cuando se me antoje: mientras tanto el tiempo corre y se va sin serme oneroso, pues es indecible cuánto me tranquilizo y apaciguo considerando que están junto a mí para procurarme placer cuando lo quiera y reconociendo cuán grande es el alivio que facilitan a mi vida”. (“De los libros”, Libro III, cap. 3: De los tres comercios).



   Antes de comenzar a ensayar sobre algunas ideas en este texto, es mi obligación aclarar lo siguiente: 1-No soy periodista. 2- No soy político, en el sentido de gobernar, y de tomar direcciones y determinaciones para las directrices de la actividad de un Estado; sin embargo, pertenezco a una “Polis” (de acuerdo al significado que los habitantes de la Hélade le daban a sus ciudadanos), o sea, a un Estado, el cual puede ser definido como: “Orden, clase, calidad y jerarquía de las personas que componen un pueblo o comunidad”, (Enciclopedia Vergara, Universal Didáctica. Editorial Vergara, Barcelona, 1963, pág. 556). 3- No me considero un “ensayista”, debido a correr el riesgo por el cual este tipo de escritura ha cambiado con el tiempo. Por ejemplo una definición sería: a)- “Género didáctico moderno que consiste en tratar brevemente de un tema, sin agotarlo, desde el punto de vista científico. Sirve para apuntar ideas originales y sugerir teorías”, (Ídem, 516). b) Otra definición más “elaborada” en la construcción de un artículo ensayístico, y que supone que esta clase textual debería poseer como “protocolo” , “resumen” del contenido de la obra, “palabra clave”,  “referencias bibliográficas” al final del texto, los “Libros” con detallada precisión de nombre y apellido del autor, la obra en determinado tipo de letras, etc., las “Revistas”, (ídem), los “capítulos” de los libros utilizados como fuentes, etc., etc., se encuentra en la Revista “Espéculo, (Universidad Complutense de Madrid, ISSN 1139 – 3637-normas.pdf ). c) En cuanto a la definición de ensayo por parte del “Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española- Real Academia Español -, cuarta edición, ESPASA – CALPE S.A., Madrid, 1989”, se dice: “Escrito, generalmente breve, “sin aparato” ni la extensión que requiere un tratado completo sobre la misma materia”.-
  Ahora bien, me introduciré en el tema de este texto que es un acercamiento al concepto de ensayo. La obra “Essais” de Michel Eyquem de Montaigne (1533 – 1592), fue editada completamente en 1595. Está constituida por una colección de “comentarios y reflexiones” sobre temas diversos y estructurada en 107 capítulos. Personalmente me adhiero al sistema de ideas que intentan configurar y acercarse a una definición del fenómeno textual denominado ensayo, por parte del pensador uruguayo Carlos Real de Azúa, (1916 – 1977). Entre las diversas ideas que tejen los argumentos y exposiciones sobre esta forma de escritura, este autor considera: i)- “Si el ensayo – y su historia lo comprueba – se alimenta de una variedad, de una universalidad temática prácticamente ilimitada, tiene que ser su especificidad como agencia verbal del espíritu (para usar la expresión de Alfonso Reyes), su modo peculiar de ataque lo que permita caracterizarlo”, (“Antología del Ensayo Uruguayo Contemporáneo”, Tomo I, “2- Un género limitable”, pág. 15 y stges. Universidad de la República-Departamento de publicaciones, Montevideo-Uruguay – 1964).-
ii)- “Pero si se rastrea en los ilustres orígenes de Bacon y de Montaigne no es imposible advertir que los dioses tutelares de la expresión ensayística fueran probablemente dos. El deseo de reaccionar contra el esoterismo, la solemnidad, el alcance forzosamente restrictivo, la ambición conclusiva de los grandes tratados escritos en latín, fue el primero. El segundo, imposición renacentista, influjo del “aire de la época fue – se ha dicho más de una vez – la voluntad de situar el tema del hombre en el centro de la meditación del hombre”, (Ídem).-
iii)- “Ser una reacción, entonces, contra lo dogmático, pesado, riguroso, completo, final, excesivamente deliberado; optar por el fragmentarismo, la libertad, la opinabilidad, la improvisación, la mera tentativa marcará al ensayo con trazos que, aunque lo acerquen pasajeramente a la epístola en prosa, al “discurso”, mantendrá tesoneramente y ayudará infaliblemente a peculiarizarlo”, (Ídem).
   En cuanto al pensamiento que fluye en el contenido del ensayo debe ser: iv)- “Teórico, especulativo, expositivo; a lo que yo agregaría: argumentativo en la medida en que se exponen temas constituidos, evidentemente, por ideas (signos, según la tipología del semiótico norteamericano Charles Sanders Peirce), y en los posibles “enfrentamientos de ideas” por parte del autor con otro autor, o consigo mismo. Otra característica, siguiendo el razonamiento de Real de Azúa, en lo que concierne al ensayo es que existen v) “dos rasgos inescindibles del género: su carácter personal y su índole artística o literaria. Porque el juicio, la opinión, la “doxa”, (…) develan su personalidad (la del autor), (…) implican el compromiso vital del opinante, (…) y quien dice personalidad dice originalidad, (…) construcción no repetible, y, en suma, poesía”.-
   En este fragmento citado puede apreciarse que se encuentra implícito el concepto de estilo, vinculado al ensayo como texto literario, y la inasible libertad de opinar y juzgar, (siempre con argumentos que refrenden alguna postura) las diversas temáticas tratadas. Esta impronta literaria contiene en su germen al estilo; y este, para Octavio Paz, (“El arco y la lira”) está “condicionado”, de alguna manera, por el período histórico en el que el escritor vive; el ensayista se impregna y produce de acuerdo al estilo que “se constituye en intento creador, y por eso mismo todo artista pretende e intenta trascender ese estilo de su época o histórico. (…) este se da en el tiempo en el que se crea la obra. Por lo que se produce una unión entre tiempo y estilo. Todo estilo es parte de la Historia y todas las cosas de una época,  sus obras más desinteresadas están empapadas de historia, o sea, de estilo. Los estilos cumplen un ciclo se diría que vital: nacen, crecen y mueren”. También ha de destacarse, que el ensayo al carecer de “ficción”, se alejaría de la órbita de la Literatura. Sin embargo, si se siguiera un criterio como ese, la Historia de la Literatura, la Teoría Literaria, la Estilística, y otras clases de textos que se vinculan a la Literatura, también “se alejarían” de la órbita de esta.-
   Con respecto a este razonamiento el autor manifiesta: vi) el hilo de la ficción, (…) el ensayo se sitúa en un tornasol [apréciese la metáfora utilizada] entre “lo literario” y “lo – no – literario” que parece ser uno de los signos más fijos de su destino. Pero también es cierto que de “lo literario” porta (…) la realización y explotación consciente del medio verbal, el sentido de la ambigüedad y connotatividad del lenguaje, el esporádico interés en el signo por el signo mismo”.-
   En este sentido el ensayo pertenecería a la dimensión de la Literatura, como género narrativo o clase textual, aunque trate y reflexione acerca de temas de carácter científico, filosófico, político, social, didáctico, et cetera. A diferencia de la temática científica donde las hipótesis son comprobables, confirmadas o negadas, el postulado [supuesto o principio que, sin ser evidente, se admite como cierto sin demostración y que sirve de fundamento para posteriores razonamientos], del ensayo se inspira en la “persuasión” hacia el lector. También, algo que signa al ensayo es su axioma intuitivamente interdisciplinario. Real de Azúa cita a Theodor Adorno para ilustrar y referirse a este texto como una obra que conserva elementos “comunicativos” propios de la vieja “retórica”, y que fueron desapareciendo de la exposición y argumentación científica. Me viene al pensamiento, en relación a lo expuesto, la obra del poeta y filósofo latino Tito Caro Lucrecio quien escribió el “poema científico” “De rerum natura” ,(De la naturaleza de las cosas”).-
   Lo que lo relaciona estrechamente con la Literatura y al Arte en general, aun careciendo de ficción (condición “sine qua non”), es su sustento crítico, su teoría literaria, su visión estética, y la diversidad de enfoques analíticos-críticos hacia expresiones artísticas como el teatro, el cine, la Literatura, la Música, la plástica, la Escultura, la Arquitectura, etc.
   El pensador también realiza una diferencia sustancial entre ensayo y periodismo Basándose en otros autores. Las diferencias más destacables son las de duración en el tiempo, obviamente, y la de permanencia. Cita a André Gide quien elaboró una “antología” con fragmentos de ensayos de Montaigne. El libro se titula “El pensamiento vivo de Montaigne”, presentado por André Gide, Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 1939. En esta obra Gide escribe en lo que sería la “introducción” o el “prólogo” (no se especifica ese paratexto) lo siguiente: “La importancia de un autor no consiste tan solo en el propio valor, sino también, y en gran parte, en la oportunidad de su mensaje. Existen mensajes que solo tienen una importancia histórica, y carecen de eco en nuestros días. Un autor puede, en su tiempo, despertar consciencias, alimentar entusiasmos o preparar revoluciones, pero puede interesar a nuestro tiempo. Los grandes autores son aquellos cuyas obras no corresponde solo a las necesidades de un país y de una época, sino que nos presenta un alimento susceptible de calmar las distintas hambres de nacionalidades diferentes y de sucesivas generaciones”. En cuanto a la opinión de Montaigne, este expresa: “Un lector idóneo descubre a menudo en los escritos de otro, otras perfecciones que las que el autor ha puesto y señalado, y descubre sentidos y matices más ricos”, (Libro I, Capítulo 25, pág. 13).-
   Esto expresado es lo que hoy en día denominamos con los términos: intertextualidad e intratextualidad; los libros se comunican entre ellos y necesitan de la colaboración del lector, parafraseando a Umberto Eco.-
   Volviendo a las reflexiones de Real de Azúa, este afirma que Gide “Llamaba “periodismo a “todo lo que mañana será menos interesante que hoy”, (Journal,1921). Finalizando con este texto, al cual no sabría cómo clasificarlo, se ha dejado consignado que el ensayo carece de ficción, pero que posee “literariedad”, un “uso” de la lengua propia de las obras literarias. Real de Azúa se atreve a encontrarle una definición a esta clase de texto, por lo que pregunta: “¿Qué es el ensayo?” Y [se] responde: “Una agencia verbal del espíritu, del pensamiento, del juicio, situad – ambigua, incómodamente – en las zonas fronterizas de la Ciencia, de la Literatura y de la Filosofía”. Y en cuanto a mi entender, agregaría a la Religión, particularmente a la Teología.-
   Y para ir finalizando, sin detenerse en definiciones y conceptos, podría agregarse que el ensayo debe mantener un “equilibrio” entre el llamado “Reduccionismo”, como visión filosófica sobre la relación entre diversos campos científicos o de ideas acerca de un fenómeno, y el concepto de “La navaja de Ockham”, por medio de la cual cuando dos teorías tienen las mismas consecuencias o llegan a la misma conclusión, debe preferirse la teoría que postule la menor cantidad de “entidades”. Otra forma para medir la simplicidad de la teoría podría ser por el número de axiomas; cuantos menos de estos haya, más “sencillez” se produciría en el momento de definir conceptos ontológicos o  gnoseológicoHYPERLINK "https://es.wikipedia.org/wiki/Gnoseolog%C3%ADa"s. Por lo pronto, para llegar a una definición “total” del ensayo se debe equilibrar las ideas siguiendo estas dos vertientes filosóficas, según mi subjetiva consideración.-


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