sábado, 21 de mayo de 2016

Viviana Miquelarena-Argentina/Mayo de 2016



ALUKA

Ser zulú no es fácil y menos si el ser zulú es un inmigrante en Capital Federal.
Por ejemplo, Aluka es zulú.
Aluka alquila un reducido monoambiente interno, donde vive y también trabaja con su pequeña empresa “Corazones Solitarios” (estableciendo contactos entre los inmigrantes zulúes con otras del mundo). En verano su vida resulta bastante placentera, pero en los crudos inviernos de Aluka, desde su llegada, el calefactor del departamento siempre ha estado roto y a esta sacrificada mujer nunca le sobra dinero para arreglarlo. Aluka no se anima a pedir que se lo arreglen (tampoco la invitan a las reuniones de consorcio).
-A mí hacerme mal el viento congelado que entra por debajo de la puerta –cada invierno repite Aluka.
Para el futuro, Aluka tiene la esperanza intacta.
Al mediodía hace una pausa para comer sus amados paap y uleis (algo así como carne con polenta, ensalada y un tubérculo como mandioca); ambas comidas le evocan los recuerdos más íntegros de su lugar natal. Aluka come con las manos.
-Cuando comer con las manos, comida saber mejor –cada mediodía repite Aluka.
    Aluka tiene frío. Aluka tiene hambre. Pero Aluka tiene alma zulú.
    Los ojos de Aluka miran el corazón de Aluka todavía latiendo en Sudáfrica (su país de origen).
¿Les conté que Aluka es una bellísima mujer? ¿Y que Aluka significa ´tejer´?
Cada noche antes de dormir Aluka ruega a sus dioses que le permitan Alukar sus sueños.




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