jueves, 21 de julio de 2016

Enrique Gugli-Argentina/Julio de 2016

La imaginación en tiempos de remate


No comprendo a esta altura de la tecnología los monitores en blanco y negro. En colores todo sería más real aunque real no es la palabra más adecuada; todo se vería más atractivo, como en el cine. Mi jefe, que es un intelectual, dice que el blanco y negro   desarrolla la imaginación. A mi  no me falta. Doce monitores tengo que controlar, cuatro por nivel. Si no fuera por mi agudeza todo sería una rutina.
En el primero la mayoría son mujeres, claro siempre es así excepto los fines de semana que vienen muchos chicos. Dos jovencitas se paran frente a una vidriera mirando los modelitos. Deben preguntarse por los precios, este lugar  es de categoría y no se estila ponerlos a la vista. Si quiere saber pase y pregunte, es un gancho para que las vendedoras o vendedores, que han sido muy bien seleccionados por una consultora especializada, les enchufe algún producto. Ellas están maquilladas como estrellas de cine, usan polleras tan cortas que les puedo ver la bonbachita y  escotes  bien pronunciados. Muchos giles compran cosas que no necesitan con tal de estar un rato con ellas. Los vendedores también tienen lo suyo. Son altos, elegantes, trajeados y con el pelo bien cortito, como perritos del barrio que pasaron por el peluquero. Ellas y ellos son una sonrisa continua, ni se inmutan ante el No y están convencidos que el cliente volverá.
En la puerta del local de productos regionales veo a la vendedora, la putita de minifaldas que me tiene loco.
Un señor con su hija entra al local de Vitamina, ni miraron la vidriera, suele ocurrir, algunos ya vieron lo que quieren comprar y entran sin mirar.
Los tres pendejos se pararon frente al afiche de propaganda de jeans. Está muy bueno, cuando voy al baño yo también me paro a mirarle las tetitas a la flaca que salta descalza con la camisa desabrochada  y los pelos al aire.
El piso de comidas por la iluminación parece un criadero de pollos.  Lo que más llama la atención son las sombrillas. ¿Para qué? me pregunto, si no entra ni un rayito de sol en todo el día. Creo que son parte de la confusión reinante en este lugar. Hay sombrillas pero no hay sol, las plantas no necesitan riego y venden carísimo prendas desteñidas, pantalones con remiendos o roturas.
Parece mentira que gente de  guita coma pizzetas, panchos, hamburguesas y cosas por el estilo. Las dos minitas sentadas con una birra cerca de la palmera están conversando hace dos horas. Posiblemente hablan de los novios, de los exámenes o de lo que tienen programado comprar y después no compran porque el vendedor les dice: ¡¡te queda esplendido, el  verde te cae muy bien, el marrón es justo lo que necesitas!! y les vende cualquier cosa.
Allí salen el padre y la hija de Vitamina.  Ella pasa la bolsa a la otra mano, lo abraza  al jovato y le encaja un chupón en la boca. Como la pifie carajo.
Las señoras elegantes sentadas  en la mesa del rincón conversan muy juntas. Seguro que eligieron ese lugar para hablar de los amantes en intimidad mientras los cornudos laburan.
Dos hombres toman café y anotan algo mientras hablan. Los hombres, en general, andan solos o acompañados de una mina. Pocas veces se los ve en yunta. En esos casos me los imagino delicados y amanerados, sobre todo si tienen el pelo bien cortito o llevan pañuelo al cuello. Lo del pelo puede engañar, los milicos que vienen de compras lo usan corto. Claro, también hay milicos que se la comen. No pienso lo mismo de los polis, raritos no hay.
Me encanta el sector en el que venden maquillajes, perfumes y cremas de todo tipo. Al técnico lo apalabré y la cámara apunta a los espejos. Esta no es la mejor estación pero en verano veo unas tetas que me dejan recaliente, eso que tengo aire acondicionado. Alguna vez me masturbo, los monitores son en blanco y negro pero la imaginación me supera.
La madurita de tricota que antes se pintó los labios se pone perfume en la muñeca. Es el que usa la vendedora de productos regionales, tiene un aroma dulzón que me vuela los pájaros. La putita usa siempre minifalda no importa si es verano o invierno, todo el año muestra las gambas. Hoy cuando cierre el local, justo cuando corre las cortinas, entro de sorpresa. Antes apago el monitor del sector para que no filme. Si se resiste le meto el bufoso en la boca y listo. Me la tiro sobre el poncho colorado o mejor sobre el cuero de vaca.
Tengo todo bajo control, el cabo me prometió que si algo se empioja atestigua que yo estaba en la seccional visitando a mis ex compañeros.

1 comentario:

Josefina dijo...

jajajajajajajaja ay Enrique como me hacés reir, que pensamientos turbios los tuyos jajajajaja, una imaginación que desborda y al final actúa, un humor bastante acalorado. Muy bueno !!! Beso Josefina