sábado, 24 de junio de 2017

Fidel Alcántara Lévano-Perú/Junio de 2017




HACIA LA REALIZACIÓN TOTAL

Cuando se presentan  los problemas institucionales, si el desgano  trunca los sueños de realización humana o empresarial según los objetivos, hay un bajo rendimiento  en la fuerza laboral que se alejan las metas, el descontento es general. No falta quien  aparece como el salvador de turno ante la crisis parcial y da a conocer sus enunciados alentadores con el fin de encontrar el rumbo que lo lleve a la cima de la prosperidad. Esboza sus repetitivas palabras  como “hay que ponerse la camiseta”, “diariamente hay que tratar de ser mejor”, “se debe luchar con fuerza para salir adelante” “no han  estudiado para buscar trabajo, sino para hacer empresa” y así por el estilo una serie de frases muy conocidas con el propósito de levantar la moral. La idea no está mal porque la magia de la palabra hace milagros. La autovaloración, la  autosugestión  hace mirar al mundo  con el color de la esperanza. Más hay que tener en cuenta que todos somos capaces de motivarnos, de tener fe, esperanzas en que todo cambiará, que no hay un mal eterno. Eso sí, no hay que olvidar nunca qué es muy fácil hablar cuando se gana un buen sueldo sin el mayor esfuerzo y se logró por esas situaciones raras que tiene la vida y se es vivo reflejo de la ambición y codicia muy ajeno a la investigación.  Más qué se puede hacer si se tiene toda la voluntad del mundo para trascender en el tiempo y el espacio pero el mercado laboral solo está abierto para los que apoyaron con su voto, dinero, o de  alguna u otra forma en las campañas políticas, a los que ahora son gobernantes. Ante esta realidad, no valen experiencias laborales, capacidad creativa, ni título profesional. No más importa su posición partidaria. A más de uno le parecerá una blasfemia esta opinión. Más estoy seguro que nadie se atrevería a negarlo rotundamente porque en cierta forma es una gran verdad. No son todos por supuesto, hay honrosas excepciones pero una gran parte le cierra las puertas a la creatividad  y  recibe con honores a la improvisación, inventa talentos, que hasta al sumiso lo vuelve intelectual y le rinde pleitesía al superior por su servilismo que se nota a muchas leguas. Por tal motivo con gente que no le ha ganado a nadie por carecer de humildad es de suponer que las gestiones gubernamentales no tendrán el éxito esperado. Es lo que se ve a diario en cualquier parte de la patria, más se espera un cambio de mentalidad totalmente y se aperture un horizonte de esperanzas a los nuevos valores que los hay; pero no tienen la oportunidad. Ya no más traer eminencias de otras instituciones para que apoyen la gestión. Si  son excelencias  comprobadas, en buena hora; pero si como ellos hay varios, mejor déjenlo donde están. La reubicación de  personas que están jubiladas, resta umbrales a la juventud. Si hay personal egresado con capacidad que puede hacer muy buena labor o de lo contrario ir adquiriendo experiencia por que todo se aprende. Ya no mantener cofradías, núcleos cerrados en la cual sólo los adeptos tienen acceso y se inventan posiciones, frutos de su afiebrada imaginación y sueños que lindan con el delirio. No hay adalides del conocimiento moderno porque si los hubiere no estarían entre nosotros. Ofrendarían su sapiencia de avanzada en las grandes urbes cosmopolitas del universo. Por eso que cada cual desempeñe su labor en lo que sabe por innatismo, ha estudiado y lo domina. De la no suplantación de posiciones en los entes productivos depende el éxito de todo proyecto. De lo contrario la necesidad se hará crónica e irremediable y el padecimiento ahogará las ansias de  progreso y bienestar general.

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